| Capítulo 39

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— Tranquilo, Bright. Me pones nervioso.

— Si tú estás nervioso no sé cómo debería definir lo que siento, papá.

— Ven aquí. — Mi madre de acercó a mí y peinó un poco mi cabello, arreglandolo hacia los costados. — Mi bebé se va a casar, oh por favor...

Mi padre se apresuró a abrazarla y puso sus dedos cerca a sus ojos. — No se te ocurra llorar, si arruinas tu maquillaje luego estarás quejandote, cariño.

— E-Es que yo... — Movió sus manos como una especie de ventilador para sus ojos tratando que ninguna gota salga de ellos. — Creí que este día no llegaría.

Yo también lo creía. Cuando Giggie murió también murió mi yo interior que creía en el amor y con eso la esperanza de casarme algún día se desvaneció en su totalidad. Con los años me fui acostumbrando a estar solo, pero siempre acompañado. Trataba de distraerme con cada desconocida o desconocido con el que me acostaba y creí que sería así hasta que me conviertiera en un anciano que nadie soportaría. No imaginé hijos, no idealicé un familia tampoco, pero todo eso cambió cuando conocí a Win, o mejor dicho no lo conocía. No lograba entender qué de diferente tenía ese chico con los demás; pasó el tiempo, los encuentros, las llamadas, y sin darme cuenta yo estaba investigando su vida como un psicópata.

Win tiene ese poder de volverme loco y al mismo tiempo tranquilizarme, puede excitarme y también hacer que me comporte como un adolescente enamorado, él incluso puede hacer que actúe como un sumiso que obedece sus órdenes al pie de la letra a pesar de que yo sea una persona de carácter fuerte y que no aguanta pulgas.
Win es mi balance, ese balance que la vida necesita. Me balancea en el amor, en la rutina diaria, en todo.

— Pero llegó, madre, y me voy a casar con el chico más lindo de todo el universo. — Besé la mejilla de la mujer que me dio la vida y abracé por los hombros a mi padre. — Sé que ustedes deberían ser los que me den un discurso antes de casarme, pero quiero decirles mucho. — Ellos me miraron con atención asintiendo, esperando con paciencia a que ordene mis ideas. — Gracias... — No quise que se me quiebre la voz, pero así fue. — Gracias por no juzgar nunca mi forma de vivir, por no cuestionar mis decisiones y siempre apoyarme en lo que me proponía. Sé que he sido un dolor de cabeza siempre, pero ustedes nunca perdieron ni un poquito de paciencia, nunca me gritaron palabras hirientes en los peores momentos y siempre tuvieron esperanzas para mí. Me gustaría recompensar todo su amor, pero no creo que me alcance la vida para ello. Los amo demasiado, ¿lo saben, no?

Mi padre tenía los ojos brillosos y optó por darme un gran abrazo con unas cuantas palmaditas en la espalda. — Eres nuestro orgullo, hijo.

De pronto sentí un golpe en mi espalda y volteé a ver. — ¡Niño desconsiderado! — Mi madre tenía lágrimas corriendo por sus mejillas mientras yo trataba de no reírme en su cara. — Haz arruinado mi maquillaje con tus palabras. — La tomé en mis brazos y disfruté de su característico olor cómo cuando era a penas un niño pequeño que se calmaba cuando tenía a su madre cerca. — Estoy muy orgullosa de ti, pequeño. Desde siempre haz sido mi chiquito revoltoso y fuiste un dolor de cabeza como hermano menor, pero te amamos tal cuál eres y apoyaremos cada una de tus decisiones. Estoy tan feliz de verte compartir una vida con un chico tan lindo y correcto como Win, eres mi hijo y te deseo la mejor felicidad en este matrimonio, te lo mereces, cariño.

— Gracias, mamá.

Ella se acercó a mí y susurró un: — Eso no quita que Win sea mi favorito.

Rodé los ojos y luego enrede su brazo con el mío. — ¿Lista, madre?

[...]

No podía mantener mis dedos tranquilos mientras estos jugaban con los dígitos de la otra mano. En cualquier instante empezaría a sonar la música anunciando la llegada de mi futuro esposo y yo no podía estar más que emocionado.

Libre hasta que tú apareciste en mi vida | BrightWin | Adaptación ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora