Capítulo 5

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El gran ruido proveniente del exterior despertó a la princesa, quien con mucha dificultad había logrado conciliar el sueño, estaba preocupada por su prometido y un alboroto suficiente para alarmar a todos en el castillo la levantó de su cama.

--¿Qué sucede, Sir Arryk?-- Le preguntó a su guardia en la puerta, Aly tenía los ojitos adormilados y el cabello enmarañado.

--Princesa, es mejor que se quede en su habitación, pasaron cosas que podrían afectarla o impresionarla, me temo que no querrá ver nada de lo acontecido.-- El guardia puso la mano delante de ella para resguardarla de lo que estaba pasando frente a ellos. --Por favor, no quiero que lo que está pasando altere sus nervios.--

Pero la pequeña se asomó por pura curiosidad y vió pasar a un apurado Sir Westerling con Aemond en brazos, notó la sangre goteando a su paso. Se le aceleró el corazón, la invadió el miedo y entonces entendió todo... el príncipe persistió en su plan descabellado. --Aemond...-- Susurró sin oír al guardia y empezó a correr a toda prisa hacia donde lo llevaban mientras sus ojitos se llenaban de lágrimas.

Al llegar, incluso antes que el rey, vio el rostro de su prometido y se espantó, quería llorar. Había sido mutilado y la herida le ocupaba casi el largo de la cara. Apretó sus puños con fuerza por la impotencia. Tenía deseos de ir y golpear con sus propias manos a todos los involucrados, no importaba si eran mayores o niños, habían lastimado a su Aemond, lo habían dejado completamente vulnerable.

Se mantuvo de pie, a su lado, mientras le cosían la herida, quería tomar su mano lo anhelaba, pero no sabía como reaccionaría el príncipe, así que se contuvo, no quería alterarlo, era evidente que tenía un dolor inmenso y estaba asustado además de enojado y triste. El pequeño tenía muchas emociones juntas y cualquier cosa podría alterarlo más y lograr que reaccione violentamente.

No prestó atención cuando los adultos empezaron a llegar, estaba ajena a la discusión que se desató por tratar de estar para su príncipe.

Al parecer, sus amigos habían atacado a su prometido luego de acusarlo de robarse un dragón y Jace llevó un cuchillo al encuentro.

Jace... su pequeño hermanito del corazón.

Aunque la angustiaba tal situación y todo lo que vendría luego, porque sabía dónde estaba su lugar, la discusión presente le parecía banal teniendo a Aemond que hacía muecas de dolor con la mitad de la cara partida. Quería acariciarlo y decirle que ella estaba con él, que no iba a soltarle la mano. Ya que nadie lo hacía, deseaba darle su apoyo. Con cada mueca de dolor que el príncipe hacía a ella se le aceleraba el corazón y le hervía la sangre.

La reina estaba desbordada, superada por la situación, tenía los ojos llenos de lágrimas mientras gritaba y pedía justicia. Era obvia su desesperación ante tal atrocidad, algo totalmente comprensible.

El rey parecía enojado por tener que lidiar con más problemas, como si el ojo de su hijo no fuera importante. Siquiera le preguntó si quería leche de amapola para el dolor, fue Alysha quien lo hizo y el pequeño aceptó, así que ella se apresuró a conseguirle un poco.

La exigencia de la princesa Rhaenyra acerca del método de interrogación hacia Aemond enfureció a la dorniense, quien no dudó un solo segundo en ponerse delante de él para protegerlo y mirarla con una furia pocas veces vista en ella.

--Inténtelo, princesa.-- La desafió con odio. Era la madre de su amigo pero Aemond era Aemond. --Pero le advierto que si su petición es aceptada, entonces tendrán la furia de Dorne cayendo sobre la dinastía Targaryen y no olvide que los dragones no nos intimidan, desde los tiempos de Nymeria hasta Meria, usted se arriesga si persiste.-- Miró a la princesa. --Nadie tocará a Aemond.--

 𝘍𝘪𝘳𝘦 𝘖𝘯 𝘍𝘪𝘳𝘦[En edición] ۞ Targaryen - Martell - StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora