Capítulo 12

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No era noticia como empeoraba la salud del rey, incluso su color dejaba claro que no estaba saludable. Era mas portador de muerte que de vida. Las úlceras por tanto estar acostado, empezaban a largar muy mal olor, y ni hablar de que la constante ventilación en sus aposentos no evitaba que el fétido aroma se impregne en las paredes.

Aquella maqueta a la que tanto tiempo le dedicaba, estaba olvidada, ya no tenía tiempo ni fuerzas para seguir construyéndola y puliéndola diariamente, había días que no comía, pero aún así era fuerte y enfrentaba al Desconocido con fiereza, no podía llevárselo pese a tantos intentos y tal cosa empezaba a impacientar a muchos. Viserys podía perder pasiones y brillo pero jamás su fuerza.

La gente solía hablar de como el príncipe Daemon daba prueba de tener sangre de dragón en las venas, pero el rey Viserys, demostró en sus años de enfermedad mucha más fiereza que su hermano menor en tantas batallas libradas.

Pese a no poder estar presente en todas las reuniones del Consejo, trataba de participar tanto como podía, y en los momentos que su estado de salud le negaba levantarse de la cama, dejaba todo en manos de su bella esposa, Alicent y el padre de esta, Otto Hightower.

Hacía varios años que la reina tenía todo bajo control, su esposo, sus hijos, Alysha, el reino... la dinastía cambiaba el rojo por el verde, sometiendo a todos a una estricta tiranía regida por la fe, incluso los emblemas de la casa Targaryen habían sido reemplazados por la estrella de siete puntas. Alicent había aprendido a tener todo en la palma de su mano.

El Consejo fue modificado a conveniencia de su Mano y reina.

Tal cosa no pasó desapercibida para Daemon, pero más que para intervenir, aparecía para pavonearse con su presencia intimidante, como si supiera de los planes de su cuñada pero no quisiera actuar hasta ver desatado el desastre. Era precavido, inteligente, pero subestimaba al enemigo que se escondía detrás del bello rostro de la Hightower y dejaba a su suerte a su hermano, a quien, pese a renegar de ello, lo amaba.

Se paseaba por el castillo cada vez que llegaba. Los rumores cuentan de que tenía espías, más de uno. Desembarco no era más que un nido de traidores en donde lastimabas o eras lastimado.

A medida que pasaban los años y Alysha crecía, el príncipe canalla pasaba más tiempo en Desembarco, claro, no iba con su esposa e hijos, solo montaba a Caraxes y se aparecía. Daemon tenía sus propias ambiciones y podía variar de plan pero el objetivo siempre era el mismo.

La princesa de Dorne danzaba en la línea que separaba dos enemigos feroces. Ella y otros inocentes bailaban en la cuerda que los ataba a un destino... rojo como la sangre que empezaría a correr dentro de poco...

Alguien vigilaba sus pasos desde la oscuridad y ella ignoraba por completo a los ojos de fuego que se posaban en su figura.

  --¿Extrañas la vista de Lanza del Sol, dulce sobrina?-- Se sobresaltó al oírlo, no había reparado en él, era como si su cerebro la protegiera de lo que más la disgustaba: Daemon; y la obligue a ignorarlo tanto como podía.

  --Daemon Targaryen...-- Detuvo su marcha girando el rostro en dirección al portador de tal voz, jamás lo llamaría por algún título que forme un lazo entre ellos. Él estaba sentado en el trono, en medio de la oscuridad. --¿Le gusta la idea de tener el poder? No resiste la tentación de sentarse en la dichosa silla de espadas, ¿verdad? Y nunca podrá hacerlo oficialmente porque si no es hermano, es consorte, no importa cuanto lo desee.--

Él suspiró y sonrió, la princesa lo odiaba y a él le encantaba eso. Caminó hasta ella y la miró. --Me gustan muchas cosas y no me resisto a otras...-- La recorrió con la mirada. --No haz respondido mi pregunta, ¿extrañas ver Lanza del Sol desde la ventana de tu habitación?-- Se acercó más para pronunciar esa última palabra. --Caraxes es veloz, llegaríamos en menos tiempo de lo que crees. Montarías a un dragón por primera vez..-- Insinuó.

 𝘍𝘪𝘳𝘦 𝘖𝘯 𝘍𝘪𝘳𝘦[En edición] ۞ Targaryen - Martell - StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora