|| Cap. 2 ||

451 28 0
                                    

Dos meses antes.

Baby One More Time de Britney Spears era, sin duda alguna, el tipo de canción perfecta que a Hari le encantaba colocar de fondo mientras se preparaba para salir a alguna fiesta. Tal como aquella noche.

La música se escuchaba lo suficientemente fuerte para que atravesara cada una de aquellas viejas paredes, cuya humedad era camuflajeada por posters de bandas o películas que Hari amaba. Su habitación era muy pequeña, pero aún así ella encontraba espacio para moverse al ritmo de aquella canción sin lastimarse con algún mueble en el intento.

Mientras bailaba con sensualidad frente un espejo de cuerpo completo, se iba vistiendo con las prendas que había seleccionado instantes antes de ducharse.

-My loneliness is killing me -cantó a la par de la canción, sin detener los movimientos que su cuerpo hacía ante la completa dominación de la música, al mismo tiempo que terminaba de abrocharse aquella Blusa blanca cuya tela se transparentaba haciendo ver su brasier -. I must confess, i still believe...

-I still believe -su compañera hizo el coro poniendo su voz exageradamente aguda, lo que causó una singular risa en Hari.

Hana, quien se encontraba acostada boca arriba sobre la cama de la pelilavanda, también se rió para luego inclinarse con el fin de pasarle a su mejor amiga el porro que entre su dedo pulgar e índice se situaba.

-Give me a sign -continuó cantando la pelilavanda con verdadera pasión, mientras estiraba su brazo con delicadeza y de este modo adueñarse por un efímero instante del porro-. Hit me, baby, one more time.

El característico olor a marihuana se extendía en el espacio, abriéndose paso en el ambiente, sin dejar disimular el acto ilegal que aquellas adolescentes se encontraban ejecutando. Camuflando las feromonas que ambas omegas desprendían.

HaRi le dio una pitada, mirándose al espejo, admirando cada parte de su provocativo cuerpo. Expulsó el humo restante de su boca hacia el espejo, dándole una nueva calada al cigarrillo de marihuana, y sin más se lo devolvió a su dueña, quien lo recibió gustoso.

-¿Qué dirá tu Daddy cuando se entere que estuviste drogándote? -preguntó HaRi derramando cierta diversión con su tono de voz, entretanto se arreglaba sus mechones de cabello que le caian hacia su frente mientras se veia frente al espejo-. ¿No te lo había prohibido?

La castaña rió con gracia y el humo huyó de entre sus labios.

-Oh, HaRi, tú no entiendes. Lo hago a propósito, así me castiga -expresó la aludida con serenidad, manteniendo una grata sonrisa en su semblante y procedió a trasladar nuevamente el cigarro a sus labios-. Tengo planeado llamarlo en la madrugada, todo ebrio y drogado, así se enoja y va a buscarme a la fiesta para reprenderme. Oh, sí.... -gimió con exageración arqueando su espalda sobre la cama, para luego echarse a reír.

Ante eso, HaRi sólo pudo hacer no una, sino dos cosa: rodar sus ojos con disentimiento y negar con la cabeza. Respiró hondo, haciendo a un lado la total incomprensión ante aquel asunto. ¿Cómo podía gustarle que la castigaran? O aún peor, ¿cómo podía gustarle que un Alfa menor que ella la dominara de aquella manera?

<Cada quién con sus gustos> susurró la consciencia de HaRi, y ésta decidió concordar con la misma. Después de todo, ella no era quién para juzgar a los demás. En realidad, nadie debería ser quién para hacerlo.

A diferencia de su mejor amiga, ella era una omega que le encantaba su independencia. Amaba ser una chica libre, sin ataduras de ningún tipo, sin nada que le impidiera hacer todo aquello que le diera la gana. Hari no necesitaba a nadie que estuviese allí controlándola, ni mucho menos a alguien que la reprendiera por hacer lo que quisiese.

Sublime Dominación || Park JiMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora