|| Cap. 34 ||

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HaRi escuchó un ruido en la planta alta de la casa, más no se inmuto. Debía ser JiMin. Por lo que, sin preocupación, continuó lavando los platos sucios de la cena. Sin embargo, decidió pausar su tarea al percibir un segundo ruido en seco. Apagó la llave del agua y, secándose las manos, miró hacia arriba.

—¿JiMin? —llamó a su alfa en un tono de voz elevado—. ¿Está todo bien?

Acarició su vientre bastante abultado, tratando de mantenerse tranquila y no alterarse en vano, pues a su embarazo de casi nueve meses no le haría bien. Al no recibir respuesta del mayor, respiró hondo antes de abrir un cajón y tomar una pistola.

—Tranquilo, mi cielo, no voy a dejar que nada malo te pase —murmuró cariñosamente, dirigiéndose a su cachorro—. Seguro no es nada.

Una parte de ella sí tenía miedo por lo que podría encontrarse, pero por otra se mantenía en calma, pensando en que, muy seguramente, solo sería una falsa alarma. Sea como fuese, no quería entrar en pánico. No debía entrar en pánico.

Tomó coraje y subió por las escaleras con sigilo. Con sus manos temblorosas apretaba el arma, deseando no tener que usarla. Los nervios aumentaron en cuanto llegó al primer piso. Todo estaba tan silencioso, tan extrañamente misterioso.

HaRi pisaba con cuidado, procurando no dar en las maderas que rechinaban. Su respiración se tornaba cada vez más dificultosa. Con su avanzado estado de gestación se desplazó con cuidado por el corredor ligeramente iluminado.

La puerta de la habitación que compartía con JiMin se encontraba entreabierta, por lo que de un solo empujoncito la abrió. Asomó su cabeza. La habitación estaba en medio de las penumbras. Una helada brisa se infiltraba por la cristalizada puerta abierta que daba al balcón. Parecía no haber nadie.

HaRi entró, tragando en seco, sintiendo un horrible escalofrió atravesando su espina dorsal. Pronto su visión se acostumbró a la poca iluminación, pudiendo observar todo con más facilidad.

Por el resquicio de la puerta del baño se vislumbraba la luz encendida. Se dirigió alli, poniendo el arma en posición con muchísimo miedo. Sus pulso le fallaba, pero no hizo caso de ello.

Abrió la puerta del baño despacio, y lo que vio la dejo sin aliento. Un inevitable chillido de dolor se escabulló de entre sus labios y se echó hacia atrás, aterrorizada, hundiéndose en un profundo y frío mar de sufrimiento. Un desgarrador grito huyó desde su garganta, su rostro contraído del histérico llanto.

El cuerpo de su alfa estaba tendido en el suelo, inmóvil, rodeado de sangre.

Sus piernas flaquearon. Todo su sistema flaqueó. HaRi quería dejarse caer de bruces al suelo, pero un brazo rodeando su cuello no se lo permitió. De repente, se encontraba con su espalda pegada al pecho de otro alfa, quien casi la estaba ahogando con su brutal agarre.

Sublime Dominación || Park JiMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora