|| Cap. 10 ||

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Sorpresa! Sorpresa!

El robusto alfa la obligó a subirse a la parte trasera de un auto

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El robusto alfa la obligó a subirse a la parte trasera de un auto. Poco después se colocó frente al volante cargando en su rostro la expresión más solemne. No menciono palabra alguna durante el viaje. Tampoco se quejó del angustioso llanto, ni de los gritos histéricos que dejaba salir la omega asustada.

Hari estaba aterrorizada, hecha una bolita en un rincón del asiento, suplicándole al alfa que la dejara ir o, en su defecto, que la matara allí mismo.

Nada resultó. Y el desasosiego fue creciendo a medida que notaba descender la velocidad del auto, deteniéndose frente a un sitio que ella desconocía. Todo estaba demasiado oscuro, y sus ojos completamente hinchados y llorosos no lograban distinguir demasiado. El auto avanzo, adentrándose a un estacionamiento subterráneo.

Minutos más tarde, Hari se encontraba siendo empujada por aquel mismo alfa de mirada gélida. No sabía a dónde la enviaba, ni que le haría. Aunque podía imaginárselo, y de solo pensar en ello su estómago se contraía.

Subieron por una estrecha escalera apenas iluminada. Y continuaron subiendo, uno o dos, o quizás tres pisos. HaRi no supo contarlos. Solo sabía que cuando dejaron de subir estaba realmente exhausta. Con su corazón palpitándole como loco en el pecho.

La omega no quería seguir y descubrir cuál era su doloroso destino. Quería huir, esconderse. No quería que la lastimasen. El miedo se compenetraba cada vez más en su cuerpo a medida que avanzaban por un silencioso, y tal vez siniestro, corredor.

De pronto, el tipo la metió en una de las habitaciones de un empujón y, sin siquiera decirle algo, le cerró la puerta, dejándola allí en absoluta soledad. Dentro de una habitación enorme y lujosa, la cual se encontraba sumergida en las penumbras. Hari comenzó a dar vueltas, nerviosa, remordiéndose las uñas mientras aguardaba atemorizada lo que le esperase.

Y mientras se decidía por iniciar una búsqueda de algo que le sirviera para defenderse, pensaba en por qué el aroma que invadía el lugar le resultaba tan familiar. Nunca había estado allí, pero ese olor... ese olor...

Un golpe seco se oyó desde el corredor. Hari se alarmó. Su respiración se entrecortó; su aliento había sido robado. Ya no tenía tiempo, por lo tanto se apresuró en emprender su búsqueda. Sin embargo, no logró encontrar más que ropa y objetos personales de, quien suponía, era el dueño de aquella habitación.

Pasos resonaron del otro lado de la puerta, deteniéndose justo delante de esta. Hari tembló. Tragó en seco y corrió hacia el balcón, sitio que no había advertido antes. La brisa helada la tranquilizó apenas un poco. Necesitaba aire libre.

La vista, sin duda, era preciosa. Pero eso no importaba. Se asomó por el barandal, notando que eran dos pisos de altura. Sería una caída dura. Tal vez, ni siquiera viviría para escapar. Y tal vez aquello sería mejor que vivir y escapar herida.

Sublime Dominación || Park JiMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora