|•HaRi, una delicada Omega amante de las noches de descontrol, tendrá que renunciar a todo cuando Park JiMin, un dominante Alfa Italiano la reclama como suya cuando una manada de Alfas cegados por el morbo quieren abusar sexualmente de la Omega inco...
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El corazón de HaRi latía a gran velocidad. Intentaba volver a comunicarse con JiMin, mientras aguardaba sentada en el porche de su casa a que sucediera algo, sin embargo, nada pasaba y el alfa no contestaba.
Todavía seguía sin comprender qué era lo que había ocurrido o cómo era que habían llegado a esa situación. Todo era tan confuso.
Y los nervios le carcomían por dentro al pensar en que JiMin llegaría en cualquier momento creyendo que, quizás, ella corría peligro. Cuando, en realidad, el único tipo de peligro que corría era el de atraparse una gripe por estar afuera de su casa en pleno invierno, esperándolo. O al menos, eso aseguraba Hari.
La omega no tenía ni la menor idea de las razones de JiMin.
De pronto, el silencio sepulcral del desastroso barrio se vio afectado por el sonido de un par de motores rugiendo. HaRi se paralizó, y en cuestión de segundos el rastro de neumáticos quedó grabado en el asfalto por las bruscas maniobras de aquellos vehículos al frenar.
HaRi quiso reírse, porque habían armado semejante escena totalmente en vano, mas no lo hizo. No ansiaba que los tipos pensaran que había sido una broma de ella y que la acabaran fusilando por querer hacerse la chistosa.
Así que se mantuvo seria, y sólo se puso de pie cuando diviso a JiMin bajarse de uno de los autos. Llevaba puesto uno de sus típicos trajes, los cuales anunciaban con gracia a que clase social pertenecía. El alfa comenzó a acercarse a ella al tiempo que observaba con precisión a su alrededor, tal vez buscando la pieza que faltaba para entender por qué HaRi estaba suelta allí, en vez de estar maniatada y amordazada en contra de su voluntad.
-No hacía falta todo esto, JiMin. No es lo que, por alguna razón, creíste -le aclaró HaRi desde las escaleras de su porche.
El alfa la escuchó, pero no pareció del todo convencido, pues continuó indagando con la mirada el sitio, e hizo una señal con una de sus manos para que sus hombres bajaran de los vehículos.
- ¿Hay alguien adentro? -preguntó.
-Mi mamá. Pero escúchame, no hay nadie que me quiera hacer daño, ni nada por el estilo. No sé porque has armado todo esto -comunicó nerviosa mientras observaba a los matones de JiMin acercarse.
- ¿Por qué habrías llamado entonces? -cuestionó el alfa, parándose frente a ella, mirándola con especial atención. Le tomó las muñecas despacio para examinarlas, advirtiendo que no había rastros de magulladuras en ellas.
HaRi se quedó sin aliento cuando JiMin se aproximó aún más hacia a ella, olfateándola. Su pulso volvió a descontrolarse, y sin poder evitarlo aspiró profundo, absorbiendo el encantador aroma del alfa por instinto. Ella sabía que JiMin tan sólo la había olisqueado para detectar el olor de algún otro alfa impregnado en su piel, y por primera vez en su vida HaRi agradecía no haberse acercado a ningún otro en tanto tiempo.
