|| Cap. 20 ||

192 19 3
                                    

Aquel rato más que JiMin le había pedido que permanecieran acostados juntos, se transformó en horas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquel rato más que JiMin le había pedido que permanecieran acostados juntos, se transformó en horas. Muchísimas horas. Se habían quedado dormidos. La cantidad de noches de desvelo que padecieron ambos acabó dando sus efectos de extremo cansancio. Los dos necesitaban tanto descansar, y por fin pudieron hacerlo. Sólo bastaba con reunirse de nuevo en una misma cama para lograr sumergirse en un profundo sueño, uno en donde no reinaran las pesadillas, uno que los dejara descansar en paz.

JiMin fue el primero en despertar, sintiéndose como nuevo luego de atravesar tantas horas de sueño. Sonrió como idiota al tener el delicado cuerpo de su omega entre sus brazos. Acarició sus adorables rizos que apenas observaba ya que siempre veía su cabello normal, así era despertar con la hermosa omega y eso le encantaba, aspiro profundo para inundar sus fosas nasales con su precioso aroma que ansiaba conservar cerca de su olfato para siempre.

Le depositó un beso en la mejilla, y la liberó de sus brazos. Salió de debajo de las mantas tratando de ejercer los movimientos más suaves de manera que la menor no se despertara. Permaneció un momento sentado en el extremo de la cama, tratando de despojarse de la somnolencia que se cargaba.

Transcurrieron pocos minutos cuando finalmente se decidió por levantarse del todo, comenzando a buscar su ropa en el suelo. Algo muy nuevo para él. Nunca se despertaba y levantaba la ropa del suelo, mucho menos para volver a vestirse con ella. ¡Y su arma también en el piso! No lo podía creer, e imaginaba que su celular estaría en igual condiciones. ¿Desde cuándo era así?

Negó con la cabeza, desaprobándose a sí mismo.

Detestaba vestirse con las mismas prendas del día anterior, pero como no tenía más opción, lo hizo, mientras contemplaba con encanto a la omega dormida. Era tan jodidamente preciosa. Amaba cada centímetro de su cálida piel, de sus enternecedores rizos, de sus tentadores labios escarlata. Era perfecta, pero no era suya. HaRi era como el dinero prestado, tarde o temprano debía devolverse o sino habría consecuencias. La omega no querría quedarse con él, y lo repudiaría si la obligaba.

JiMin sonrió al percatarse de que HaRi empezó tantear con su mano sobre el colchón, buscándolo. Al no sentirlo, entreabrió los ojos y lo miró confusa.

—Oye, ¿quién te ha dado permiso de que te levantaras? —reprendió la aludida teniendo la voz ronca.

— ¿Ahora debo seguir tus ordenes? —habló el alfa con sorna, elevando una ceja, acabando de abotonar su camisa.

—Sí, ven aquí, maldita sea —exigió HaRi con un puchero, acomodando mejor su cabeza sobre la almohada al tiempo que volvía a cerrar los ojos.

—No sabes el tremendo castigo que te habría dado por hablarme así, pero... estas de suerte — JiMin sonrió de lado con el buen humor notándosele a kilómetros—. Tengo que ir a trabajar, HaRi. Será mejor que te levantes.

—Espero seguir con esa suerte —dijo serenamente con sus ojos cerrados, enredando sus piernas entre las mantas, abrazando una almohada como si se tratara del alfa—. ¿Qué hora es?

Sublime Dominación || Park JiMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora