Anteriormente Rin logro superar la tan ansiada pureza en sus sangre y por supuesto también conoció a un achica muy especial. Liz, sería su nueva acompañante por mucho tiempo
Era un día caluroso en Somira. El Reino de los vampiros y por supuesto nada iba como lo esperado
-Idiotas. Puedo hacerlo solo-se escuchó la voz de Rin
-Espere. No corra por los pasillos-dijo una de las sirvientas
Mientras tanto, la madre desayunaba en el comedor, sumergida en un ambiente de lujo y exquisitez. Las mesas, cuidadosamente decoradas, exhibían una elegancia sin igual. Los cuadros colgados en las paredes añadían un toque de sofisticación, mientras que una imponente alfombra roja cubría el suelo, invitando a adentrarse en aquel espacio lleno de opulencia.
De pronto, Rin irrumpió en el comedor, cerrando la puerta con apresuramiento. La madre, con una actitud juguetona, le preguntó qué ocurría.
-Madre, tienes que parar esto, no es gracioso- dijo Rin con seriedad.
La madre respondió con un tono divertido, buscando aligerar la tensión- ¿Qué no es gracioso?
Rin suspiró con frustración y se sentó frente a su madre. -Ha pasado una semana desde que llegamos y las sirvientas, los consejeros no han dejado de molestarme
La madre, con una sonrisa comprensiva, trató de justificarlo- Ellos solo están cuidando de ti
-Prohibirme entrenar por mi edad actual no es cuidarme- replicó Rin con determinación
La madre, sin titubear, confesó- Esa fue una orden mía
Rin suspiró nuevamente, expresando su frustración. La lujosa decoración del comedor parecía contrastar con su agitación interior, creando una atmósfera de tensión en aquel ambiente lleno de detalles refinados.
-¿Cuándo podré comenzar a entrenar entonces?- preguntó Rin con anhelo.
La madre reflexionó brevemente antes de responder, consciente de las expectativas y responsabilidades que caían sobre su hijo. "Cuando decidas iniciar la unión con la sangre".
Rin asintió, asumiendo el compromiso en sus palabras. "Está bien, ¿Cuándo puedo empezar?"
En medio de ese intercambio de palabras cargadas de emoción, el comedor se convertía en un escenario testigo de una espléndida charla entre madre e hijo
-Ya mismo- contestó su madre de forma alegre, dejando claro que la espera había llegado a su fin- Pero tendrás que hacerlo sin tu magia- advirtió con seriedad.
Rin frunció el ceño, preocupado por la idea de enfrentarse a los desafíos sin su poder- Pero si no tengo mi magia, ¿Cómo lucharé? Los sirvientes me arrebataron mi espada- expresó con frustración.
La madre, con determinación, aseguró- No te preocupes, yo lo arreglaré. Ahora ve al jardín de las espadas y prepárate junto a tus hermanos- concluyó, transmitiendo confianza y determinación.
Con esta nueva revelación, el comedor se convirtió en el punto de partida para una aventura llena de incertidumbre y superación. Y Rin se encaminaba hacia su destino, listo para enfrentar desafíos inimaginables y descubrir su verdadero potencial.
Horas después, Rin, el más joven de la familia, se encontraba parado frente a un impresionante jardín de las espadas. Enmarcado por los imponentes muros que rodeaban la inmensa mansión Olimar, el jardín emanaba una belleza y una historia que cautivaban a todos los que lo contemplaban.
El pasto verde y exuberante estaba salpicado de numerosas espadas, clavadas estratégicamente en el suelo. Cada una de ellas representaba una historia, un legado de valor y coraje transmitido a través de generaciones. Eran reliquias ancestrales, portadoras de la fuerza y el honor de la familia Olimar.
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El cazador negro
FantasyConvertido en piedra por su cruel rival, tras perder la batalla que selló el destino de su reino, un guerrero espera durante cuatro milenios el momento de su liberación. Cuando al fin recobra el movimiento, se encuentra con un mundo muy distinto al...