Poco después de que Lilith pronunciara esas palabras, una sombra se materializó a su lado. Era el Rin demonio, el lado oscuro de su hijo. Su piel era pálida como la luna, sus ojos rojos como la sangre, y sus cuernos negros como el carbón.
-Es difícil no ser rebelde para él -dijo con una sonrisa maliciosa, que dejaba ver sus colmillos afilados-. En el tiempo que estuvimos en la ilusión, me costaba mucho salir y hacer de las mías.
-¿De las tuyas? -preguntó Lilith con confusión, girando la cabeza levemente hacia la derecha. Luego, su voz se tornó más triste, y una lágrima resbaló por su mejilla-. ¿Me guardas rencor por usarte como recipiente?
-Para nada -respondió el Rin demonio, encogiéndose de hombros-. Fue muy divertido ver a este chico caminar por un camino tan complicado, siendo tan débil y enfrentándose a enemigos tan fuertes. Solo me dio diversión.
-No te guardo rencor, no te odio ni nada por el estilo -dijo Rin, que había estado callado hasta entonces, mirando al suelo-. Más bien solo te he estado agradecido por protege...
No pudo terminar su frase, porque su madre se acercó y lo abrazó con fuerza, haciendo que el Rin demonio soltara algunas lágrimas. Lilith sintió el calor de su hijo, y también el frío de su otra parte. Los abrazó a ambos, sin importarle la diferencia.
-Sé por lo que has pasado, sé tú dolor y todos tus sentimientos que tienes por Rin y por lo que los rodean -le susurró al oído, acariciando su cabello-. Como tu madre, no solo lo protegía a él, sino también a ti.
Después de hablar por unos minutos, se despidieron y se fueron del lugar, dejando solo al Rin demonio cuidando el lugar. Él se sentó en el suelo y miró el cielo, pensando en su madre y en su otro yo.
Mientras tanto, Lilith había regresado a la realidad, a una antigua base militar que habían usado los cazadores de antaño en la guerra contra los demonios. Allí había instalado su laboratorio secreto, donde realizaba sus experimentos con la magia oscura.
Estaba parada frente a un capullo de sangre, una especie de crisálida roja que envolvía a Rin. Dentro de él, Lilith estaba curando y arreglando su alma y mente, borrando los recuerdos que le habían hecho daño y reemplazándolos por otros más felices, aunque no era una solución estaría bien por el momento. Era un proceso delicado y peligroso, pero Lilith estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por su hijo.
De repente, sintió unos brazos rodearla por detrás. Era su marido, el padre de Rin, que había llegado para verla.
-Sé que lamentas todo esto -le dijo al oído-. Reiniciar tu experimento te hace recordar tu pasado, ¿verdad?
-No solo lo recuerdo, sino que no lo he podido olvidar -respondió Lilith con amargura, apoyando su cabeza en su hombro.
-Hablas de tu hermano -dijo él con comprensión.
-Así es. Él tenía la misma magia que Rin, y en su momento de debilidad la oscuridad se le reveló. Esa magia que tanto ansiaba por hacerla crecer se le volvió en contra y lo mató. Con Rin así, no puedo dejar que le pase lo mismo -dijo Lilith con determinación, mirando el capullo con ternura.
-Hace mucho, cuando rin era un niño, dijiste que la magia oscura le tiene cariño y no solo eso, ahora también tiene la autoridad de la oscuridad. No creo que algo malo le pase -dijo él con optimismo, tratando de consolarla.
-¿Crees eso? -preguntó Lilith con una pizca de esperanza en sus ojos y en su tono de voz. Luego dijo- Cuando regrese, es posible que no recuerde nada. No puedo arreglar los recuerdos.
-Tú no, pero yo sí -habló una voz desde atrás de ellos. Era el equilibrio, Lilith se soltó del abrazo de su marido y se giró para enfrentarlo con furia- Si confías en mí, puedo hacer más que eso.
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El cazador negro
FantasiConvertido en piedra por su cruel rival, tras perder la batalla que selló el destino de su reino, un guerrero espera durante cuatro milenios el momento de su liberación. Cuando al fin recobra el movimiento, se encuentra con un mundo muy distinto al...