Esperanzas

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Hunter despertó sobresaltado, el sudor frío recorriendo su rostro. 

Miró a su alrededor intentando enfocar, poco a poco descubriendo que seguía en su habitación.

Su cuarto en el mundo humano. 

Seguía siendo el mismo sótano donde se había quedado en primera instancia, solo que ahora tenía una cama de verdad, y estaba condicionado a su gusto. 

Camila le había dado total libertad de decorarlo. 

No recordaba del todo su sueño, pero sí que recordaba ver el rostro de Willow en él. 

Una sensación de angustia y desasosiego invadió su cuerpo. Se sintió mareado. 

Con cuidado se levantó de la cama, respirando hondo como Gus le había enseñado. Normalmente siempre ayudaba, aunque pensar en su amigo también le provocaba una punzada en el pecho. 

La luz comenzaba a colarse por la pequeña ventana en lo alto del cuarto. Por lo menos ya era de día y no había despertado a mitad de la noche. 

Tal vez solo estaba nervioso. Esa noche tendría por fin su primera presentación con la banda. 

Habían conseguido que los dejaran tocar en un pequeño establecimiento en el centro. Solo serían un par de canciones, pero esta vez tendrían verdadero público

Estaba entusiasmado, pero a la vez nostálgico. ¿Qué dirían Willow y Gus sobre eso?

Le habría gustado cantarle a la chica personalmente, aunque seguramente sería un manojo de nervios al hacerlo. 

Sonrió débilmente. Le dolía imaginar aquello, lo que nunca fue. 

Suspiro y comenzó a caminar hacia la cocina. Necesitaba algo de agua, tal vez hasta podría comenzar a preparar el desayuno.

Se sorprendió de ver a Luz ya despierta, moviendo cosas de las gavetas, claramente con la misma intención de preparar algo de comer. 

—Hey— La llamó suavemente —¿Necesitas ayuda?

La morena se volvió al escuchar su voz, y le dedicó una pequeña sonrisa. En su rostro pudo notar que no había descansado del todo bien, lo cual tristemente ya era normal para la chica. 

—Madrugaron.

La alegre voz de Camila Noceda interrumpió su rumbo de pensamiento. Su madre ya se encontraba vestida con el uniforme de la clínica, claramente lista para comenzar su día laboral. 

—¿De nuevo trabajas en sábado?

La cuestionó Luz, aunque no había ningún rastro de reproche en ella. Más bien preocupación. 

Camila le sonrió como solo una madre sabe hacerlo y beso su frente con adoración. 

—Trabajo es trabajo. Prometo pedir unos días libres. 

Esta vez se dirigió a Hunter, usando su mano para alborotar su cabello.

—Suerte en tu presentación Mijo. No se si alcance a presentarme… 

—Está bien mamá. Vee dijo que lo grabaría. 

Hunter le dedicó una pequeña sonrisa, sintiéndose alegre de que alguien se interesara tanto en algo que él hiciera. 

A pesar del tiempo que llevaba viviendo con Camila, aun le costaba creer que alguien pudiera amarlo tan incondicionalmente. 

El amor maternal era abrumador, pero tan cálido. 

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