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MARCELA

Era la primera vez que entraba a Ecomoda desde que me fui, al descubrir todo lo que Armando había hecho no dude un segundo en irme de ahí. Cuando Beatriz mostró la carta y los verdaderos balances de la empresa a todos los de la junta no supe como reaccionar, pero cuando la junta acabó decidí que irme por un largo tiempo era lo mejor, necesitaba pensar y sobre todo asimilar que Armando Mendoza, el que era mi prometido y al que yo tanto amaba me había engañado con su secretaria, Beatriz Pinzón.

No sabía que había pasado todo este tiempo, realmente no quería saber de nadie, solo regrese cundo recibí la llamada de Roberto Mendoza, quien para mi era como mi padre. En esa llamada me pidió que regresara a Ecomoda para ayudar, porque esta realmente estaba muy mal económicamente. Dudé bastante, no tenía ganas de encontrarme con ninguno de ellos, ni el mentiroso de Armando ni a su querida secretaria.

El ascensor hizo un pequeño sonido y seguidamente se abrieron sus puertas, estaba bastante nerviosa, pues no había pisado la empresa desde hacía 6 meses. Trague saliva y salí del ascensor, y como no, la primera persona con la que fui a dar era nada más y menos que Armando, pero estaba tan distraída pensando en como pasar desapercibida que no me di cuenta que ya lo tenía delante de mi y con una mujer bastante guapa la verdad, seguramente sería otra de sus queridas "amigas".

-Hola Marcela de alegra tenerte de vuelta- dijo él, pero yo estaba tan centrada mirando a esa mujer tan bella que estaba delante de mi que ni si quiera le respondí .

-Doña Marcela, ¿se encuentra bien?- esa voz! Yo conocía muy bien esa vos. ¿Acaso esa era Beatriz?, no, no podía ser ella, esta tan cambiada, ¿qué se hizo?, esta tan BELLA!!!

-¿Beatriz? - pregunte un poco dudosa.

-Si, Doña Marcela, ¿Necesita algo? -dios esto debía ser una broma de mal gusto o algo, ¿cómo era posible?

- No, gracias Beatriz, con permiso yo me retiro a mi oficina.- y sin más me fui hacia mi oficina, sin siquiera dirigir le la palabra a Armando.

Estaba revisando unos documentos cuando llamaron a la puerta de mi oficina, le permití paso para darme cuenta que se trataba de Roberto.

- Marcela me alegra mucho que al final si hayas venido- me dijo con una gran sonrisa la cual correspondí.

- Bueno, no podía dejar que la empresa que tanto trabajo os costo a mi padre y a ti se hundiera por completo, bastante ha hecho ya Armando.- dije esto ultimo con una pequeña mueca.

-Te lo agradezco mucho hija, lo que quería pedirte es que te hagas cargo personalmente del nuevo proyecto junto con la señorita Pinzón.

- ¿ Con Beatriz? - solo dio un leve asentimiento con la cabeza.

- ¿ Pero con Pinzón, por qué?- pregunte un tanto exasperada.

Frunció el ceño sin entender, por lo que respondí igual, no entendía porque tenía que trabajar con Beatriz si ella era solo la secretaria de Armando.

-Pues porque es la presidenta de Ecomoda – eso me extraño muchísimo, Beatriz presidenta, de qué me había perdido.

- Como te fuiste antes de que se decidiera no lo sabes, decidimos que Beatriz fue la presidenta hasta que Ecomoda volviera a ser la que era antes de Armando, como prácticamente la empresa le pertenece así lo hicimos. -

-Osea, que ahora Pinzón es la presidenta, ¿qué hay de Armando? - pregunte un tanto alegre, al menos que pague por lo que hizo.

-Pues el está ayudando en lo que puede a Beatriz, pero la que toma todas las decisiones es ella, así que por eso te pido que trabajéis juntas en este nuevo proyecto, habla con ella para que te ponga al corriente. - asentí un poco dudosa, no me terminaba de gustar tener que trabajar con ella.

- Bueno yo me retiro, he quedado con unos viejos amigos para almorzar. - le devolví la despedida y sin más salio de mi oficina.

Mire la hora y me percaté que ya era hora de almorzar, pensé en decirle a Patricia si quería comer conmigo, así podría ponerme al tanto de todo lo que ha pasado en mi ausencia. Cuando salí la vi hablando con las del cuartel, lo que me pareció muy extraño. Me acerque hasta donde estaban.

- Patricia- la llame por lo que se giró bastante sorprendida.

- Marce, cuanto tiempo amiga- me dijo mientras me abrazaba.

- ¿Quieres venir a almorzar conmigo? Así nos ponemos al día de todo- pregunte con una leve sonrisa.

- Me encantaría Marce pero ya he quedado de ir con las chicas.- dijo señalando a las del cuartel, lo que me pareció súper raro.

- Es una larga historia, si quieres mañana almorzamos juntas y te cuento todo- me dijo con una sonrisa. Nunca la había visto de esa forma, pero al menos no habría peleas entre ellas, algo que me relajo y alegro.

-Esta bien Paty, bueno luego nos vemos. -sin más decidí ir hacia el ascensor.

Mientras esperaba a que el ascensor llegara note la presencia de alguien a mi lado, me voltee a ver de quien se trataba y fue cuando me di cuenta de lo realmente hermosa que es. Beatriz esta a mi lado mirando hacia las puertas del ascensor, la puerta se abrió y entramos las dos solas, no se porque pero me estaba poniendo demasiado nerviosa.

- Buenos días Doña Marcela – dijo con esa sonrisa tan bonita, por dios Marcela controlate, ella esta con Armando y además después de todo lo que hizo.

-Hola Beatriz – intente decir lo más seria posible pero creo que no funciono, me ponía muy nerviosa.

- ¿Va ha ir a almorzar?- asentí no muy segura, ¿pero qué me esta pasando?

- ¿Y usted? -pregunte por romper el silencio que se había creado.

- Si solo que no me apetece hacerlo sola, ¿le gustaría venir conmigo?, digo así hablamos del proyecto, si no ha quedado con nadie más claro. - espera, Beatriz me estaba preguntando si almorzaba con ella y se estaba poniendo nerviosa. Eso si que me sorprendió, pero bueno la verdad tenía razón sería una buena manera de hablar del proyecto, y la verdad no me apetecía comer sola.

- Emm... la verdad no he quedado con nadie así que podríamos ir, así hablamos sobre el proyecto. Pero, ¿no se enojará Armando?, digo no creo que me quiera cerca de usted. - dije un poco nerviosa y ansiosa por su respuesta.

- Jajajaja... no creo que a Armando le importe, además él no tiene nada que ver en mis decisiones.-

Cuando salimos del ascensor nos dirigimos hacia su coche, ella se encargo de conducir hasta el restaurante y la verdad se veía preciosa haciéndolo, no se que me pasaba, ya ni siquiera sentía odio por ella, con solo mirarla algo dentro de mi daba tantas vueltas que tenia la sensación de ir volando. 

Solo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora