Capítulo 10

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—Y la princesa del Baile de Luna es...

Las personas se quedaron calladas mientras Tsunade hacía una pausa de suspenso completamente intencional.

¿Qué? Era divertido ver a puros adolescentes sufrir por saber y satisfacer su curiosidad, tanto que pudiesen llegar a matarse entre sí y causar alguna guerra inmadura que a su perspectiva sería totalmente graciosa...

Okey, tal vez se estaba pasando y la que actuaba con inmadurez era ella. Pero, ¿Qué puede decir? Era muy traviesa cuando era niña y le gustaba ver el mundo arder desde una esquina. Esa parte seguía intacta en ella y jamás se iría.

—Es... —seguía vacilando. Los adolescentes comenzaban a pensar que pronto su curiosidad llegaría a todo límite y entrarían en un colapso.

—¡Esto es increíble! —exclamó TenTen, corriendo de un lado a otro sin parar mientras daba saltos de emoción. Ponerse hiperactiva y hacer cosas sin sentido alguno era algo que le ayudaba a regular sus nervios.

—La princesa del Baile de Luna de este año es... —Hinata sentía su corazón en la mano. Si no lo lograba, estaría perdida y todo lo que hizo en estos días sería en vano—, es...

—¡Ya dígalo!

El grito de un desesperado Kiba se escuchó en absolutamente todo el auditorio, dejándolo en silencio y a Lady Tsunade con los ojos en blanco. Naruto se elevó entre el público y empezó a saltar para ser notado, cosa que funcionó gracias su influencia social muy desarrollada y elevada, además de su clásica hiperactividad y que de por sí era un sol expandiendo su luz a todos.

—¡Sí, apoyo al chico perro! —dijo el rubio.

Tsunade suspiró y gruñó. Se volvió a acercar al micrófono y miró a esa horda de estudiantes, atentos a su reacción.

—La princesa del Baile de Luna es... —nuevamente hizo silencio, cerrando sus ojos y formando una pequeña sonrisa a la vez que los abría otra vez—, ¡Hinata Hyūga! —los aplausos llenaron el lugar y las amigas de la azabache comenzaron a brincar y celebrar a su alrededor junto a Naruto, Akamaru y Sai que no pudieron contener su emoción. El resto de los Shinobis solo la miraban felices, trasmitiendo muchas cosas con un simple gesto.

Hinata no podía creer lo que oía. Era en serio, ¿no?

Miró su entorno.

Todos aplaudían mientras saltaban y gritaban su nombre en coro, como esa vez en la cafetería cuando buscaban mostrarle su apoyo a Hinata, así como ahora trataban de repetirlo.

La Hyūga sintió sus ojos humedecerse y de un momento a otro quiso romper en llanto. Ella ganó... ella ganó, ¿verdad?

Los fuertes brazos de su primo la rodearon por los hombros, sonriendo como nunca. Con delicadeza limpió un poco de sus lágrimas con sus pulgares y la incitó a subir al escenario para recibir la esfera y la corona.

Hinata lo abrazó del torso y luego se soltó, dibujando una expresión de inmensa felicidad en su bello rostro, al menos, para la perspectiva de Naruto. Antes de irse le regaló una sonrisa, una sonrisa especial solo dirigida a él, porque aunque ese no era su Naruto, seguía siendo el mismo chico rubio de hermoso corazón y brillante personalidad que siempre estaba dispuesto a apoyarla.

El rubio sonrió, mostrando sus dientes y rascando su nuca con las mejillas tan rojas como tomates. Hinata rió y finalmente terminó por subir al escenario.

Los alumnos aplaudieron más fuerte y muchos chicos silbaron al verla en ese sitio. Estaba ligeramente sonrojada por toda la atención y caminaba tímidamente hacia la directora de la escuela. Ella también la miraba alegre. Al parecer, todos querían que Yuna fuera derrocada y por fin una chica pudo quitarle el trono después de años, y no una chica cualquiera, sino una asombrosa y genial, una que realmente merecía ese lugar.

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