CAPÍTULO 5

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Cuando llegó la noche Harris y su padre el rey Martines, se dirigieron a la puerta de salida, montaron sus dragónes y emprendieron el vuelo junto con los escoltas fucionandose con el cielo negro de estrellas fugaces que iluminaban todo.

Harris se quedó contemplándo el firmamento, todo era hermoso y de noche la ciudad y el bosque se veía bastante tranquilo, pero no sé olvido de lo que encontró en su habitación, tenía que envestigar aquello.

-No podrás escapar...- dijo una voz como si le susurraran en sus oídos.

Harris se sobresaltó al escucharla pero al poner más atención solo el sonido que hacia las alas de su dragón rompiendo el viento se podía escuchar.
Por un momento pensó que podía ser posible que alguien le hablara pero en las alturas aquello era difícil, llegó a pensar que incluso el mismo habia imaginado una voz diciendo aquello, pero no fue así. Al poco tiempo volvió a escuchar más palabras.

-Estoy contigo en todas partes vayas a dónde vayas, yo iré contigo y me asegúrate...

-¿Quién...?

-De que jamás encuentres lo que tu alma esta buscando, yo soy Lucierne.

-¿Lucerne?- se preguntó mirando a todos lados pero nadie estaba juntos a él. Parecía como si hubiera invocado a ese ser con solo pensar en lo que habi encontrado en su habitación.

Su nombre le hacía conocido, tardó unos segundos en darse cuenta que aquel nombre era el mismo que había en el final como firma de la carta encontrada en su velador.

¿Cómo podía ahora aescuchar esa voz estando a miles de altura?

Observó el paisaje buscando una respuesta pero cuando sus ojos se encontraron con los de su padre. El Rey hizo una seña anunciando que pronto llegarían y que decenderian en el nuevo castillo.

En unos minutos comenzó el descenso, y frente a ellos un castillo reluciente y lleno de luces.

Armendoris la reina estaba esperando en la entrada, llevaba un vestido dorado con estampados plateados y en su cabeza una corona. Los guardias estaban junto a ella pero no eran los únicos, Harris pudo notar elfos y hadas que tiraban flores.

-Bienvenidos a Ternimos, un placer de tenerlos aquí -dijo la reina sonriendo y bajando levemente su rostro, lo suficiente para mostrar respeto pero no para parecer inferior.

-El gusto es nuestro reina , muchas gracias por tenernos aquí -dijo el Rey Martines agachándose y tomando su mano para besarle.

-Muchas gracias por recibirnos, es un gusto conocerla Reina- dijo Harris tomando su mano y besándola siguiendo los pasos de su padre.

Al terminar su saludo, Harris levantó la mirada y se dió cuenta que ella tenía unos hermosos ojos de color verde y un cabello finamente ordenado con trenzas de color marrón. No carecía de belleza, parecía bastante joven con un cutis bien cuidado.
En sus dedos portaba anillos lujosos de flores y las hadas no dejaban de rodearla. Sin duda alguna la reina de Ternimos compartía una relación amistosa con estos seres mágicos que tanto odiaba su padre

-¿Eres el príncipe Harris verdad?-dijo la Reina mirándolo mientras no borró su dulce sonrisa.

-Sí -le contestó con una leve sonrisa.

-Tu padre me habló mucho de ti , vamos adentro, bienvenidos -dijo caminando dentro del enorme castillo.

El rey Martines y su Hijo Harris la siguieron entrando a la gran sala de estar, era muy enorme ,con unas estatuas extrañas, tenía unos asientos muy cómodos repartidos por todo el lugar y todo estaban adornado con oro y plata.
En los muros habían distintas pinturas pero una en especial llamo la atención del príncipe Harris. En ella había un hombre joven con unos ojos azules y vestía de ropa estampada con algunas señas como las que usan las brujas en sus hechizos, su pelo estaba dibujado muy largo hasta los hombros y estaba situado en el medio de un lago junto a muchos árboles que le rodeaban. Para Harris aquello le pareció muy familiar ya que en el agua también estaban pintadas velas que se esparcian en el.

MARTINUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora