CAPÍTULO 21

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Eran las cuatro de la mañana cuando Louis se despertó por causa de un dolor extraño en el brazo, frotó sus ojos con sus manos con delicadeza y se levantó de la cama en dirección al baño. Diciendo unas palabras, las velas se encendieron enseguida por arte de magia. Extrañado aún, subió la manga del pijama dándose cuenta de que su tatuaje sangraba y dolía, en ese instante supo que Harris no estaba bien.

No entendía qué estaba ocurriendo, así que rápidamente se lavó la cara para despertarse bien y salió del lugar camino a la habitación de Harris, su corazón latía a cien, no sabía si era miedo de que Harris le pasara algo o tristeza, no sabía que era eran una mezcla de sentimientos.

Minutos después, Louis había llegado a la habitación, el entorno estaba oscuro y no se podía ver nada, encendió una vela con su magia y pudo distinguir a un Harris con el pecho al descubierto, dejando ver sus músculos y los ojos llenos de lágrimas agarrando a las sabanas con fuerza, sus manos empuñadas, parecía qué sufría alguna clase de dolor.

Mientras tanto, en la mente de Harris no era lo más bonito del todo, tenía una terrible pesadilla, soñaba que su padre lo estaba golpeando como le hacía cuando era pequeño. Al parecer, volver a ese lugar y recordar su vida con su progenitor había provocado que parte de sus memorias infantiles habían salido a flote. 

Harris no paraba de moverse mientras él corría de su padre en aquel suelo tormentoso, por otro lado, una luz de esperanza llegaba a sus oídos, en su inconsciencia, Louis lo llamaba para que se despertase.

–Harris… Harris despierta, solo es una pesadilla –dijo Louis.

Podía oír su voz y como aquella le entregaba cierta tranquilidad, su niño interior se fue calmando y poco a poco logró salir de aquel suelo cruel.

Despertó asustado con la respiración agitada, el pelo desordenado, los ojos rojos de tanto llorar y sudando.

–¿Harris, estás bien? –preguntó Louis desde la orilla de la cama.

–No ...no lo estoy –dijo Harris con una voz destrozada, enseguida apartó su mirada a causa de su vergüenza.

–¿Puedo acercarme a ti? –preguntó Louis.

–Sí… te lo agradecería –susurró Harris.

Louis se subió en la cama y se sentó a su lado, no sabía qué hacer, así que intento conversar con él. Entendía muy bien que su pareja estaba lleno de secretos y vivencias no tan buenas, pero no lo iba a presionar tanto. Se moría de ganas de saber, pero no era algo que estaba en sus manos 

—¿Harris, me puedes decir que paso?–preguntó Louis mirándolo.

—Mi padre —dijo Harris con dificultad en un susurro casi antes de terminar—. No fue un buen padre como puedes imaginar, siempre tuvo poca paciencia, incluso conmigo. Muchas veces perdía los estribos y era yo quien lo recibía.

—¿Te golpeaba?

—Muchas veces —dijo bajando su cabeza y lentamente apoyó su frente en el hombro de Louis—. Soñé con uno de esos días.

—Intenta calmarte, Harris. Aquí estoy y no iré a ningún lado –dijo Louis tomando su mano con la suya—. Perdóname Harris, lo siento mucho, debí ponerme más en tu lugar.

–Si lo sé, pero no… no puedo odiarte —dijo Harris mirándolo a los ojos profundamente.

–No hace falta que me expliques, intenta calmarte –dijo Louis mirando atento.

–Tengo que decírtelo… No puedo odiarte, nunca lo haría.

–¿Te entiendo, ¿quieres hablar de ello?–dijo Louis acercándose hacia él lentamente.

MARTINUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora