20. Pañuelo

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DONGHAE

Los dedos de Hyukjae le arañaban las nalgas y las estrujaban como si se le fuese la vida en ello.

La boca de Hyukjae arrancaba suspiros de la suya entre besos desesperados.

La polla de Hyukjae y la suya se frotaban una y otra vez, apresadas entre sus torsos.

La espalda de Hyukjae se tensaba cada vez que clavaba las uñas sobre sus omóplatos.

Nunca iba a ser capaz de describir con exactitud cómo se sentía en ese momento. Estaba de rodillas encima de sus caderas, cubierto únicamente por esa estúpida bufanda que el mayor no le había dejado quitarse. Este, por su parte, seguía llevando puestos los calzoncillos, aunque no cumplían para nada con su función. La cama en la que yacían apestaba al semen de los dos y a su lubricante natural. Bueno, y no solo la cama. Ellos dos también.

Llevaban tocándose, besándose, frotandose y jugando mucho tiempo. Su torso ya ardía de tantos mordiscos, su trasero de tantos arañazos y sus labios de tantos besos. Cada vez que intentaba parar, Hyukjae lo atrapaba entre sus fuertes brazos y lograba llevarlo de nuevo a esa nube de placer en la que acababa empapando lo que estaba debajo y salpicando lo que tenía delante. Ya no sabía cuántas veces se había corrido.

Lo único que sabía es que aquello era maravilloso.

En algún momento, cambiaron posiciones. Aceptó el movimiento con un gemido y se abrazó a sus caderas con las piernas. Las garras del alfa apretaron su culo una última vez antes de arañarle superficialmente las caderas. Una de ellas atrapó ambos miembros y comenzó a bombear mientras la otra se apoyaba en la cama, a apenas unos centímetros de su mejilla.

—A-alfa —murmuró, perdido en todas las sensaciones que le revolvían el estómago esa noche.

El aludido pegó sus frentes y aceleró el movimiento de la muñeca.

—Omega —gruñó—. Di que quieres que te anude.

—Sí...

—Dilo.

—Qui-quiero que me anudes.

—Otra vez.

—Te... te quiero dentro de mí.

El cosquilleo se hacía cada vez más presente en su bajo vientre, los movimientos de esa mano eran cada vez más bruscos y a él la idea de ser follado hasta el amanecer le parecía cada vez más atractiva.

Por suerte para ambos, el orgasmo los atacó pronto. Hyukjae mordió la bufanda para no morderlo a él y él se retorció con un grito ahogado mientras salpicaba su abdomen y volvía a chorrear sobre el colchón.

Se quedó metido en esa densa nube de feromonas con olor a bosque mojado hasta que una voz habló contra su oído. Pestañeó y miró a su izquierda, donde Hyukjae se había dejado caer en algún momento. A pesar de la oscuridad, podía reconocer su silueta, aunque deseó tener también ojos de lobo para poder apreciar su cuerpo desnudo desde cerca. No era justo que el otro fuera el único que disfrutaba.

—Lo lamento —escuchó entonces, y arrugó el ceño sin entender a qué se refería—. Por pedirte que dijeras eso. La única persona que puede anudarte es tu pareja.

—No tienes que disculparte por eso.

—¿Seguro?

Se giró para quedar sobre su costado y estiró el brazo para buscar su rostro con los dedos. En cuanto notó la afilada mandíbula contra sus yemas, un escalofrío le recorrió el cuerpo entero.

—Seguro —asintió—. ¿Por qué no enciendes una vela y seguimos hablando?

En cuanto notó que se movía, volvió a dejarse caer boca arriba. Notaba mojado casi todo su cuerpo, cosa que normalmente lo habría obligado a levantarse y lavarse concienzudamente, pero en ese momento estaba tan cansado que fingió que no pasaba nada. Además, seguían sin luz y su cerebro tampoco tenía ganas de ponerse a buscar el agua, el jabón y la palangana a oscuras en una casa que no era suya.

Selvaggio [EunHae - Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora