35. Proveer, proteger y complacer

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(Maratón 4/4)

Tenía un problema, y uno bastante gordo.

Hyukjae había entendido el “no quiero animales muertos” como “tráeme animales vivos”. Así que esa mañana al despertar se encontró con un montón de conejos, gallinas y dos cerdos en su jardín. Animales “comestibles” decía el alfa con orgullo.

Su madre lloraba de la risa.

Estaba a punto de oscurecer. Le había parecido raro que Hyukjae desapareciera casi todo el día, pero pensaba que iba a comprarle más flores o algo bonito que regalarle como hacían los novios normales.

Estaba claro que él no era normal. Sobre todo porque se paseaba alrededor en forma de lobo, apestando todo el jardín con feromonas de suficiencia. Realmente pensaba que lo había hecho bien. Que lo estaba cortejando como todo un cazador que cuidaba de su familia. De su futura familia.

Sacudió la cabeza para quitarse ese pensamiento de encima. Aún era muy joven para tener instinto paternal. ¿O era maternal? No, eso daba igual. Ni siquiera había perdido la virginidad todavía. Primero debía centrarse en estudiar, en disfrutar del sexo, en tener una vida con Hyukjae, y después podrían planear casarse y tener hijos. Todo a su tiempo.

Así era como lo había soñado siempre. Despacio y con buena letra. Y aunque ahora fuese él quien iba a estar bajo el cuerpo de otro hombre y fuera su barriga la que iba a crecer, el sueño de ser un cantante famoso con una familia preciosa permanecía intacto.

Quizás por eso no pudo enfadarse con Hyukjae. Cuando este le rozó la mano con el hocico, se agachó y lo acarició.

—Tienes que devolverlos —dijo en un tono demasiado empalagoso para lo que significaban sus palabras—. ¿Los has robado de una granja?

El lobo soltó un bufido.

—No podemos tener animales como esos aquí. Ni mamá ni yo sabemos cómo matarlos o conservar su carne. Tienes que devolverlos.

Los ojos naranjas se entrecerraron. Los propios se transformaron sin que él se lo pidiera, y de alguna manera pudo entender que el alfa le decía “yo sé hacer todo eso”.

—Aun así…

“Quiero alimentarte. Eres mi omega. Mío, mío, mío”

—Puedes alimentarme con otro tipo de comida. Sin involucrarte en el trabajo de nadie.

Sus orejas se agacharon. “Omega enfadado”, decía.

—No, claro que no —le rodeó el cuello en un abrazo. El hocico mojado se frotó contra su oreja y sintió que se le ponían los vellos de punta— Estoy muy agradecido. Si estuviéramos en la isla, seguro que me habría encantado que cazaras un oso para mí o lo que sea.

Hyukjae se apartó, se sacudió y aulló. Y él supo que le estaba diciendo que, en cuanto tuviera la oportunidad, cazaría al oso más grande de todos solo para él.

Aulló sin pensar.

Paró cuando empezaron a picarle las manos. Empezó a picarle todo el cuerpo, en realidad. Era el lobo. Era el lobo en su interior, ¿verdad? Estaba marcado y pasaba mucho tiempo con un alfa que adoraba transformarse para estar cómodo. Su subconsciente quería que probara lo que era convertirse al menos una vez.

Y su consciencia también.

Pero tenía miedo. Había visto el cambio muchas veces y todavía tenía ganas de vomitar cuando pensaba en los movimientos de los huesos bajo la piel. Le iba a salir pelo por todas partes, iba a pasarse desnudo, incapaz de hablar, con garras en lugar de manos, con cola, con hocico y colmillos y…

Selvaggio [EunHae - Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora