DIECISÉIS

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—Tienes 37 grados de temperatura. La fiebre, los cólicos repentinos, significan que estás en celo.—avisó la enfermera, Yoongi la vio caminar por el lugar limpio, como si el tema, fuera lo más normal del mundo.—¿No lo esperabas?

—Nunca había tenido uno.—confesó.

—Bien, entonces es el primero.—bromeó, yendo a su silla, para retomar su actividad, con su teléfono móvil.—No te preocupes, tus padres pueden venir por ti, esto, no afectará tus notas o algo así.

—Mis padres no están ahora.—se apretó los muslos, con las manos, sintiendo esos calambres en su vientre.—¿Cómo voy a irme?

—¿Vives lejos?—la enfermera lo miró. Yoongi negó con la cabeza.

—A veinte minutos de aquí.

—Puedes irte por tu cuenta. No veo mucho problema. Pero te vas a ir directamente a tu hogar, ¿entendiste?—suspiró.—Si te vas ahora, es para llegar a tu casa.

Yoongi asintió.

Y ese, fue el primer error en ese día.

Bajó de la camilla, poniéndose el gorro de su chamarra. Colgó su mochila en sus hombros, y metió sus manos en los bolsillos de la prenda.
Con las mejillas sonrosadas, abandonó la enfermería, sintiéndose observado de la nada, por muchos alumnos que estaban cerca.

Yoongi no visitaba la enfermería a menos que fuera muy urgente, pero después de su clase de gimnasia, había tenido que ir corriendo, al sentirse terriblemente acalorado y con dolor abdominal.

Su primer celo.

Ni lo veía cerca. Había escuchado que el primer celo, llegaba aproximadamente entre los 16 y 18 años. Incluso podía atrasarse, dependiendo de cada individuo.

Pero al parecer, a él, le había llegado antes.

Ridículamente antes.

Quiso llorar por ello. Se sintió, extremadamente triste al haber tenido su primer celo, en la escuela, lejos de su hogar, con montones de chicos y chicas, que lo miraban con pena.

Su madre le había dicho que, el celo,  no era nada malo, y que tampoco debía avergonzarse. Era, un ciclo normal, entre los de su clase. Así como los alfas, los omegas, tenían que pasar varios días, en casa, para recuperarse.

Si tan sólo lo hubiera presentido, Yoongi se habría quedado en su hogar, fuera de todas esas miradas.

Caminó más a prisa.
El timbre escolar, hizo su característico ruido, señal de que otra clase, había terminado.
Los pasillos se llenaron de chicos en cuestión de segundos. Todos en sus propios asuntos. Yoongi los esquivó, evitando el contacto con ellos, cubriendo su nariz con su mano, evitando que los aromas, lo marearan más de la cuenta.

Fue hasta que distinguió un aroma en particular, que se frenó de golpe.
Dejó de cubrirse la nariz, para olfatear el aire, y buscó por todos los lados, al portador.

—¿Jungkookie?—susurró.

A la distancia, el alfa, lo pudo ver.

En otro momento, Jungkook simplemente lo habría ignorado, pero lo pudo oler, e hizo lo contrario.

Cerezas y miel. Un aroma fuerte, que no pudo dejar pasar.

Empujó a unos que se cruzaron en su camino hacia el omega que, había quedado arrinconado en la pared.

Se acercó, rápido. Con la respiración agitada.

—¿Qué pasó?—preguntó al verlo así. Yoongi sudaba. Tenía las mejillas rojas. Sus labios igualando el tono de sus pómulos. Su mirada inquieta.

después del amor ㅡ kookgi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora