"- Me dio frío...
- ¿Quieres mi sudadera?"
-Mi amor adolescente había comenzado desde el momento en que leí la primera historia de amor de mi vida. Sin embargo, no tenía a mi pareja conmigo en ese momento. Pero creía que aquellos que están hechos el...
-No te vi en el almuerzo...- Una cabellera rubia se asomó detrás de uno de los estantes de mi lugar de trabajo.
-¿Qué se te ofrece?- Suspiré frustrado, lo menos que quería era cruzarme con ese chico y más aquí.
-Comprar un libro, no sabía que trabajabas aquí.- Dijo con una sonrisa bastante grande.
-Entonces hazlo y vete, no tengo tiempo que perder.- Me di media vuelta para seguir ordenando la estantería.
-Oh, no sabía que eras descortés con tus compañeros de universidad.- Su tono cambió a uno de soberbia.- A no ser que sean chicas bonitas como la que acaba de salir con tu número en su nuevo libro.
Definitivamente me estaba comenzando a molestar, ¿desde cuándo uno no podía ser amable con alguien? ¿A caso ahora todo era coquetear? Me giré con una ceja levantada y lo encaré.
-¿A caso me estás espiando?
-Para nada.- Se rió en mi cara e hizo un gesto con la mano.- Solamente estaba describiendo la situación. Aunque esto que acabo de ver me deja claro un par de cosas...
-¿Qué cosas?
-Que tengo cancha libre... y que nadie es lo que parece.- Dijo triunfante antes de darse la vuelta hacia la caja.- Nos vemos en la fiesta de mañana.
La sangre me hirvió por la actitud del chico, si bien no debería dar mi número a otras chicas porque estaba enamorado hasta los huesos de Lara, no sabía ser descortés, tampoco podía simplemente rechazar una simple petición como mi número cuando no tenía ningún compromiso con nadie aún. Suspiré intentando calmarme y regresé a mi trabajo esperando que pasaran las horas para volver a casa y tratar de arreglar el tema con Lara.
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Tomé aire e ingresé a nuestro hogar, esperaba encontrarme a los chicos jugando y a Lara con ellos leyendo como siempre hacía, pero estaba todo en absoluto silencio. No había rastro de ninguno.
-¿Hay alguien?- Me animé a preguntar mientras me quitaba los zapatos y dejaba la mochila en la mesa del comedor. Comencé a inspeccionar el resto de la casa y al llegar a la puerta de mi cuarto me encontré con una nota pegada. Los chicos llegarían tarde y Lara había salido de compras para la fiesta. Quité la nota de la puerta y simplemente me adentré en mi habitación buscando mi laptop para sentarme a intentar distraerme. Puse una pista que había grabado a principio de semestre en una de las salas que la universidad nos prestaba a los que estudiábamos música y me dispuse a continuar la letra de la canción.
Si bien detestaba sentirme solo, a veces lo agradecía, en especial cuando necesitaba el espacio para producir mis canciones que aún no me animaba a mostrar en su totalidad. Me senté en la cama, me puse los auriculares y comencé a escuchar lo que tenía hasta el momento.
- Perdona que me gustes, perdóname... Perdona que me gustes... Perdona que me gustes, perdóname... Si el hecho de que me gustes esté mal...- Sin darme cuenta estaba cantando algunas partes de la letra que tenía hasta el momento.