Prologo.

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La brisa suave rosa mis brazos desnudos, erizando mi piel, mientras la hierba me hace cosquillear la palma de las manos ante el contacto con las suaves hebras de pasto. El olor a tierra mojada me llega con el viento, junto a leve llovizna del roció de las tardes. Minúsculas gotas que chocan contra mi cuerpo y rostro generando escalofríos que recorrer mi columna y me hacen sacudir los hombros. Abro mis ojos aun sentada sobre la hierba húmeda y miro al cielo, está oscureciendo y las nubes que lo cubren me hacen saber que esta noche lloverá.

No quiero dejar el sitio en el que me encuentro, quiero quedarme allí eternamente, siendo acariciada por el césped y las brisas frescas, con los pájaros cantando en los alrededores, viendo a las mariposas volar y oyendo a los animales silvestres entre la maleza de los alrededores, sintiendo el calor del sol del mediodía en mi piel, disfrutando de la paz que me ofrece el día. Pero tristemente no es posible y como la oscuridad empieza cubrir las pocas zonas que aún quedaban de luz, debo volver.

Abordo la caminata y poco a poco el suelo empieza a descender, eso significa que ya llegue al borde de la colina, girando observó hacia todos lados para empezar a bajar.

Nada a la vista, excepto en la base de la colina, donde junto al autobús hay una luz que prende y apaga a modo de señal.

Ahí está esa compañía que tanto agradezco, haciéndome señas de luz para que vuelva, tomó la linterna del bolsillo y le hago señas desde arriba, esta oscuro, no quiero aparecer de sorpresa y ganarme una bala por chistosa.

Una vez que veo que nota mi señal, apaga su luz y comienzo a bajar. Veo movimiento entre la oscuridad y escucho el portazo del autobús al cerrarse.

Saco la pistola de mi cinturón y camino con cuidado.

Aún recuerdo que hace unos años atrás si portabas un arma te trataban de loco o eras un peligro para la sociedad. Hoy en día es al revés, solo un loco no la porta y no portar una te hace una carga para tu grupo.

Termino de bajar y rodeo el vehículo mirado hacia todos los lugares posibles, no hay nada a la vista, eso no termina de darme la calma que necesito. Abajo los alrededores son diferentes, aquí ya hay árboles y más a lo lejos un pequeño laguito, golpeó la puerta, escucho que quitan la traba, guardo mi arma y entro.

– ¿Estás enojado?– suelto sin míralo.

–Te fuiste todo el día ¿Qué crees?– me sujeta por los hombros –Vamos ¿Qué tienes en la cabeza?– me escupe molestó.

–Suéltame Jonathan– lo empujó y me meto hacia el interior del vehículo –Ahí fuera no hay nada, maldita sea Jonathan, en el mundo ya no hay nada– me desespero, toda la calma que junte en el día se desvanece en tan solo segundos.

–No puedes irte tanto tiempo, desperté y no estabas...

Me acerco al armario que cubre una de las paredes y empiezo a revisar en busca de algo que no encuentro y comienzo a desesperarme.

– ¿Dónde está la medicina Jonathan?– me giro y lo miro con terror, su rostro de enfado desaparece y a zancadas se acerca al armario empujándome para revisar él.

–Ya... ya no hay– Suelta mientras se gira lentamente a mirar hacia la escalera que da al segundo piso del autobús –Yo...– la desesperación se nota en su voz –Yo... es mi culpa...

–No, no lo es, mírame– le sujeto el rostro –No lo es...

– ¡Si, por dios olvide la otra mochila! ¡La deje sobre la barra del bar!– se aparta y corre a las escaleras subiendo de dos en dos, me quedo paralizada mirando el armario – ¡Puedes subir!– grita y sin pensarlo dos veces corro al segundo piso.

Un rectángulo sin ventanas me recibe, dos camas están a cada lado de la escalera y hacia el fondo una cortina divide la parte final. Camino despacio hacia allí donde los pasos apurados de Jonathan retumban contra el piso de metal, sujeto la cortina y me la arranca de la mano al abrirla de golpe.

– ¡¿Qué haces?!– me sujeta el brazo y me jala dentro dejándome frente a una de las camillas.

– ¿Cuánto va a durar?– preguntó, siento como todo el cuerpo me tiembla mientras miro la mesita junto a las camillas donde hay tres jeringas y dos bolsas.

–Tres días como mucho– suelta en un susurró –Cuatro o cinco si la distribuimos adecuadamente– se acerca a la mesita y acomoda las cosas sobre ella.

–Hay que volver, nos tomara cuatro días llegar de nuevo– suelto mirando a quien descansa sobre la camilla, su piel grisácea y agrietada, su cabello seco y sin brillo, sus brazos y piernas envueltos por cadenas sujetas al metal de la camilla aferrada al suelo –Y hay que hacerlo pronto, sino todo estará perdido...

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Hola, hola!! ¿Cómo están?

Paso a contarles que hoy 11/04/2024 público el prólogo de Desmodeus: principium.

Historia que se comenzara a subir a partir del  11/04/2024. 
Historia que abarcara la ciencia ficción, el romance, entre otros géneros.

Besos, les deseo un lindo fin de semana<3

Desmodeus: Principium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora