Veinte de agosto del dos mil veintiocho.
Sinceramente el hecho de que llevara tres días, sin saber nada de July me tenía un poco más caminando por las paredes.
Obviamente eso tenía súper estresado a Brandon, dado que mi intranquilidad incomodaba a los demás inquilinos, lo cual no me importaba en absoluto, pero resultaba imposible de ignorar.
No habíamos podido salir del departamento, esas cosas seguían dando vueltas por el pasillo y el hecho de que ya casi no quedaba comida tampoco era fácil de ignorar, mucho más teniendo a una embarazada que come por tres, por cuatro si contamos que come por ansiedad.
Brandon resopla por décima vez en los cinco minutos que llevó pegada a la mirilla de la puerta.
–Aléjate de ahí, me pones nervioso– se queja dejándose caer en el sofá.
–Tu tampoco andas muy tranquilo que digamos– le respondo sin mirarlo, él llevaba horas dando vueltas por la sala, si no me equivoco debían ser alrededor de las seis de la mañana, el resto de las personas se encontraba durmiendo en la habitación, usaban la cama y habían hecho como colchones con la ropa del armario, no era muy cómodo, pero era mejor que dormir sobre la baldosa helada y el dormir todos amontonados les brindaba un poco de calor en las noches.
El frio había llegado a ser insoportable estas últimas noches y por la falta de energía era imposible poner algo que de calor.
–No puedo estarlo, no hay comida, esas cosas no se van, no he dormido y no siento los dedos ya– suspira frotando sus manos para calentarlas –Y que estés pegada a esa puerta no ayuda a mi cordura...
–Tu cordura no podría importarme menos en este momento Brandon– ruedo los ojos girando hacia él –July sigue estando en el otro departamento, si es que sigue viva como tu dijiste– me dejo caer a su lado y por mucho que odie admitirlo el calor que emite su cuerpo me genera un escalofrío reconfortante, puedo notar que el siente lo mismo ya que se acomoda pegando su brazo al mío – ¿Por qué rayos no se van?– me impaciento abrazando mis rodillas contra mi pecho.
–Saben que estamos aquí– dice casi en un susurro –No se irán y en el pasillo no hay luz, eso parece espantarlos...
–Es como si dañara sus ojos, cómo cuando te da resaca y te levantas con los ojos rojos he hinchados y la luz parece achicharrar tu cerebro– clavo mi vista en la pared, el recuerdo del día después de la fiesta llega con mi comentario – ¿Qué vamos a hacer?– me impaciento.
–Si supiera que hacer ya lo habría hecho Marina– siento sus ojos sobre mí pero no despego mi vista de la pared.
–Sabes, cuando era más joven, solía imaginarme mucho el cómo sería el fin del mundo, en la mayoría de los escenarios eran zombis– se ríe por lo bajo, como si él también lo hubiera imaginado alguna vez –En ninguna de mis tantas veces imaginando eso me hubiera acercado a la realidad actual...
–Esas cosas no son zombis Marina– se acomoda más cerca de mí mientras frota sus manos tratando de calentarlas.
–Eso no lo sabes– ruedo los ojos, me molesta que crea saberlo todo –En fin, a lo que voy, es que siempre me imaginaba siendo la heroína, la que lideraba al grupo y los salvaba a todos con sus planes fantásticos, lanzándose a las hordas y decapitando o disparando a diestra y siniestra, como si fuera inmortal o tuviera súper poderes. Obvio eso en mi imaginación siempre era mucho más fácil, como si con tan solo lanzarme fuera a salir perfecto a la primera vez– se me escapa una risa amarga y vuelvo a sentir sus ojos sobre mí –July ahora esta quien sabe dónde, sola y no soy capaz de llegar hasta ella, todos están aterrados y no soy capaz de brindarles un poco de consuelo o una solución...
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Desmodeus: Principium.
ParanormalAquí no todos son buenos. Todos tienen claras sus prioridades. El amor no vence al mal. Los planes fracasan. La gente muere... pero otros no. ¿De que bando te gustaría estar? Elige bien, aquí no hay vuelta atrás. Marina, una estudiante becada de u...