Мафия

Глава 18

— Bien México estas adentro. — Se dijo así mismo apartando con la punta de su pie el cuerpo inerte de uno de los hombres armados del ruso.

— Pinches rusos están bien locos. — Se esconde detrás de un gran sillón al escuchar pasos acercarse donde estaba.

— Es el décimo optavo hombre que hallamos muerto, ya es hora de decirle al jefe. — Escucha el ojiazul.

— ¿Estás loco? Si le decimos que alguien se ha infiltrado nos matara. —

— ¿Qué esperabas? ¿Creíste qué nos recibiría con flores al decirle que alguien externo se ha infiltrado? —

— No le diremos, podemos resolverlo, solo hay que cazar a quien esté haciendo esto. —

— ¡No funcionará! —

— ¡No te veo dar más opciones! —

— ¡RUSIA NOS MATARA! —

— ¡NO LO HARÁ! —

— ¡Oigan ojetes! — Ambos hombres al tiempo de voltear en dirección a quien los llamaba, las balas saliendo por los cañones de ambas pistolas que portaba el mexicano bastaron para matarlos.

— ¿Disparos? — Murmura un joven al jefe de operaciones, su padre.

— Preparen sus armas. — Dijo el hombre apagando su cigarrillo.

El resto acata lo dicho cargando sus armas. El pequeño grupo avanza con cuidado por la sala de donde provinieron los disparos.

— Tengan cuidado el intruso puede estar por aquí. — Dice, los demás buscaban por toda la habitación con armas en mano. Uno se acerca a una pared que estaba al lado de un gran sillón, el tapiz estaba roto, delinea la zona, antes de voltear una bala termina en su cráneo. El resto al escuchar un disparo voltean con arma en mano.

No encontraron a la persona que disparo sólo al cuerpo sin vida del tipo, el jefe se acerca al cadáver verificando que estaba muerto.

— ¡Cuidado! — Grita uno antes de recibir un disparo por la misma arma.

Empiezan a disparar contra el chico con pasamontañas. Las bajas eran rápidas para los hombres, para entonces solo quedaban un padre e hijo, el jefe toma la radio para informar al eslavo.

— »Señor, tenemos un problema, los francotiradores han sido encontrados muertos.« — .

— LES DIJE QUE CERRARÁN TODAS LAS ENTRADAS Y SALIDAS. — Escucha el grito furioso del ruso.

— »Parece que se infiltró desde afuera, el intruso conocía la zona.« — La llamada es cortada, una bala perdida se incrusta en la columna del hombre haciéndolo soltar un grito desgarrador.

— ¡Padre! — Es lo último que logra escuchar antes de cerrar los ojos por siempre. Ante la furia de ver a su padre muerto dispara contra el latino haciendo que una bala le rozara en un costado de vientre.

Toma al señor para jalar su cuerpo fuera de la zona de riesgo, al ya estar en la cocina abraza el cadáver de su padre manchando su frente por sus lágrimas; toma la radio algo dañada.

— ¡SEÑOR NOS ATACAN, ALGUIEN ESTÁ AQUÍ, NOS ESTÁN MATANDO! — Grita con la voz temblorosa; no recibe respuesta así que cegado por la furia carga su arma. Al llegar al lugar este estaba cubierto de cadáveres y las paredes estaban cubiertas de sangre.