Глава 27

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— ¡Te juro que lo lamentarás! — Grita Therd Reich tratando de soltarse de su hijo quien lo sujetaba para que no se lanzará a un muy herido latino.

— Ya mamá es suficiente. — Dijo Rusia ejerciendo más fuerza en su agarre. — El no puede morir hasta que sepa dónde está Austria. — Con algo de trabajo lo saca de la habitación.

— ¡Sueltame! —

— Dimitri ayudame. — El contrario ayuda a su jefe con algo de esfuerzo.

Después de unos golpes que sufrió el mexicano, con algo de trabajo pudo liberar una de sus piernas y darle una patada en el estómago haciendo al alemán retorcerse de dolor.

Cuando el europeo estaba dispuesto a regresarle el golpe Rusia y Dimitri tuvo que intervenir.

— Tienes que calmarte. — Le dijo el eslavo una vez fuera, lo ayudó a sentarse en una silla de la oficina.

— Agh. — Gruñe tocando su estómago. — El mocoso pega fuerte. —

— A mi casi romper nariz. — Dice Dimitri serio.

— Al menos ya no me siento tan estúpido. —

— Dimitri, traele un poco de agua. — Dijo mirándolo. — Y manda a que alguien vigile a México. —

México se quedó con la respiración entre cortada, ahora le dolía más el cuerpo, se removió un poco en su lugar para sentir como su pierna seguía desamarrada.

Sonrió ampliamente, tal vez estaba colgado pero aún así le serviría.

Escondió la pierna libre detrás de la otra, simulando que ambas estaban sujetas.

No pasó mucho cuando un hombre diferente entró al cuarto.

— Así que tu eres el nuevo juguete del señor Therd Reich. — Le dijo el hombre acercándose a él. — Te imagine más grande. —

— ¿Y tú qué? ¿Eres la mascota de Dimitri? — El tipo toma del cabello al latino acercandole a su rostro.

— Yo no me hablaría así si fuera tú. —

— Vete a la fregada. — Contestó aguantando el dolor.

— Eres lindo. — Trata de tocar al latino pero este le muerde la mano.

— A mi no me tocan pendejos. —

— ......... Solo serás un cadáver más en la lista del señor Rusia. — El chico le da un golpe en la cabeza haciendo que México cerrará los ojos. — Patético. — El hombre se da la vuelta dándole la espalda al mexicano.

México abre los ojos, sin hacer ruido, con ayuda de su pie, baja la cuerda de la otra pierna. Se acerca al hombre y agarra con sus piernas su cuello.

— A-agh. — El tipo golpea las piernas de México tratándose de liberarse. Al notarlo México pone más fuerza, ambas manos agarran la cadena que los colgaba para levantar al hombre, el color del hombre se va poniendo morado ante la falta de aire.

No pasó mucho cuando el hombre dejó de hacer esfuerzos, por fin el mexicano lo soltó, vio el cuerpo inerte del hombre. Noto cómo unas llaves colgaban en el cinturón, acercó uno de sus pies y con algo de esfuerzo las tomó.

Con mucho más esfuerzo se acomodó para incrustarla en la cerradura del candado, giro la llave y calló al suelo, jadeo ante el dolor.

Aún adolorido se levantó con dificultad, busco con la mirada algo de ropa y encontró su vieja ropa en un rincón arrumbada.

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