Welcome to Mónaco

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CAPÍTULO DOS

Después de casi dos horas de decir si, no y que Charles y Max estuvieran de coro, llegaron al aeropuerto y tuvieron que pasar por ciertos puntos control y monitoreo, para pasar la aduana y ahí George volvió de nuevo con ellos.

— Max, si la tocas o si le haces algo, te juro que te vas a arrepentir el resto de tu vida— lo apuntó— Eres mi amigo, pero sabes que ella es todo para mi.

— Y tú sabes que tratándose de ella soy un algodón de azúcar, tranquilo, no le haré nada— palmeó sus hombros tratando de calmarlo.

— Charles, por favor, cuida a mi hermanita.

— Lo haré, tranquilo.

Al subir al jet, sintió que los nervios la estaban abordando, pero no por el vuelo. ¿Y si había tomado la decisión demasiado pronto?, ¿que tal si ya nunca mas podía volver a casa?, ¿y si algo le pasa a alguien de su familia y ella estaba lejos? Su respiración se aceleró y notó como sus manos comenzaron a temblar.

Max, quien estaba hablando con Daniel, la miró y noto como abría y cerraba sus puños, a la vez que tenía los ojos cerrados, tomo su mano y la apretó. Sobre pensar era un hábito que sabía Asia sufría y notaba que lo hacía cuando apretaba sus puños o se encajaba las uñas en la palma de sus manos. Le dió un toque con el dedo indicando que inhalara y otro para que exhalara, no era la primera vez que eso pasaba, pero si la primera vez que el australiano lo presenciaba.

En cuanto terminaron la conversación, el neerlandés, se giró su mejor amiga y miró el avellana de sus ojos, tratando de descifrar lo que sentía, pero esta los cerró, y simplemente se recostó en su hombro.

— Todo esta bien, Masi, todos estaremos bien.

Luego de eso, los dos pilotos y la chica se quedaron dormidos, hasta que la azafata los despertó.

Midnight Rain | Max Verstappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora