Nisa es la secretaria del gran empresario Can Vural, sólo que... Nunca lo ha visto.
Nisa es rebelde, alocada, intrépida, no mide el peligro, no obedece y no baja la cabeza ante nadie, es secretaria y sicaria, trabajando para los Vural luego de firma...
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ILIAS.
Llevamos semanas quedándonos en la casa de campo que los Volkov poseemos, mi padre, mi madre, la mujer que se convertirá en esposa de Alexander, Larissa, mi padre está empeñado en convencer a Jelena de salir del camino, aún no sabe cómo, es más, no tiene intenciones de ir en contra de esa mujer, es consciente de la fuerza y el poder que posee, Jelena como la Koroleva es capaz de hacernos desaparecer con un chasquido, razón por la cual se está ocultando cobardemente, llevándose a Naia y Liam con nosotros, digamos que se siente algo... nostálgico luego de que mis hermanos decidieran abandonarlo para seguir a su enemiga, no quiere dejar ir a los niños.
Aunque ahora se está replanteando el tema.
— ¡Esa... maldita perra! ¡Una maldita gata con siete vidas, hija de puta!
Giré el rostro para ver a Aslan, el turco con el que nos aliamos hace unas semanas, hicimos buenos negocios, pero está más loco que una cabra, mi padre dijo que era mejor tenerlo cerca a dejarlo suelto y capaz de hacer una estupidez.
— ¿Y ahora qué, joder? ¿A quién maldices tanto?
Irguiéndome en el sofá, viéndolo acercarse a grandes zancadas con el móvil entre las manos, mostrándome la pantalla.
Y ahí estaba ella... la mujer más guapa que he visto, una mujer que bien podría haber sido mi esposa si no fuese la marioneta del jefe turco, es más, estaba con él en esa fotografía, las manos de él sujetándole los generosos pechos, ambos con rostros satisfechos, se nota a la distancia las intenciones, se comen con la mirada y me dan unos celos terribles, pero... pero yo no la quería muerta, mi padre... mi padre me obligó, yo quería convencerla, quería que decidiera quedarse conmigo, yo podría haberle dado mucho más de lo que ese jefe turco de mierda que la usa a su antojo para luego buscarse la siguiente.
— Está viva.
Fue todo lo que pude formular, yo pensé que abandonarla en ese sótano la había matado, por lo que veo, es más dura de matar de lo que pensé, es dura, fuerte, la clase de mujeres que mi padre no aceptaría, le recuerdan a mi madre y ya tiene suficiente con ella, dijo.
— Sí, viva, maldita sea, yo necesito que Can sufra, necesito que llore lagrimas de sangre, dijiste que la habías matado.
Habló entre dientes, conteniendo su furia.
— ¿Recuerdas con quién estás hablando, Aslan?
Levantándome para igualar estatura, mirándolo intimidante, me caga su obsesión con su hermano.
— Quiero que Can sufra.
Repitió.
— ¿Y qué tengo que ver yo con todo esto? Es tu hermano, hazte cargo.
Yo no podría matar a los míos, este tipo está enfermo.
— Si te encargas, podrías quedarte con Nisa, sólo piénsalo, esa mujer es hermosa, un ángel del infierno, obedece a cualquiera que le hable con la suficiente autoridad, no sabe decidir por sí misma, está perdida sin mi familia.