Capítulo 32

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CAN

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CAN.

Lo que yo pensé, sería una noche de reconciliación en la que sólo seríamos ella y yo, se convirtió en un desastre de llanto, pañales sucios y bebés que querían acostarse a ver dibujos animados en compañía, claro que Nisa las consintió en todo, les tuvo un montón de paciencia, les dio la leche de la noche y se acostó entre ellas, abrazando a una con cada brazo, viendo La bella y la bestia, tarareando las canciones sin darse cuenta, haciéndole caras graciosas a nuestras hijas para que dejaran de llorar y comenzaran a reír, hasta ahí, todo bien.

Lo malo comenzó cuando fui a llamar a servicio al cuarto para que ella y yo comiéramos algo, un vino quizá, para descongelar la capa de hielo que se instaló entre nosotros luego de lo sucedido con Lily y mi padre.

Fue mi error no comenzar con la verdad, pero yo en realidad buscaba no herirla, Lily no fue nadie, y eso todos lo saben, mi padre... yo pensaba solucionar las cosas a solas con él para que mi mamá no se molestara y Nisa no entristeciera, pero todo se fue a la mierda y no hice más que herir a mi mujer que ya está más que herida.

Regresé a la habitación con la intención de secuestrarla, Melek y Milenka ya estaban por dormirse cuando me marché, pero para mi mala suerte, Nisa también estaba dormida, y no sólo eso, estaba llorando en sueños mientras murmuraba "No, por favor, señor". Eso me rompió.

Yo, pensando en follármela hasta el cansancio cuando a ella las pesadillas la atormentan, cuando... cojea y yo no he querido preguntarle el motivo, no me aventuré a preguntarle qué dio a cambio de su libertad, sólo me preocupo por mí, por protegerme a mí, como siempre, soy egoísta.

Con mucho cuidado, cargué a Melek primero, llevándola a la cuna que armé en el otro cuarto en cuanto llegamos, mi madre fue más precavida que yo y mandó a los escoltas con lo indispensable para las niñas, luego regresé al cuarto y cargué a Milenka, recostándola en la otra cama libre, apresurándome a encender el monitor para poder verlas desde el cuarto, encendiéndoles la luz de noche que tanto les gusta, dejando en volumen muy, muy bajo, la canción que Nisa les cantaba, no duermen bien si no escuchan a su mamá, en parte es mi culpa, yo no podía dejar ir a mi esposa y me aferré a todas las pequeñas cosas que me dejó, y le inculqué eso a las niñas.

Prácticamente corriendo regresé a la habitación, viéndola hecha un ovillo en la cama, apretando los ojos con fuerza.

— No por favor... — suplicó otra vez, derramando otra lagrima— Me voy a comportar, esta vez sí que me voy a comportar, mi señor, por favor...

Apreté los puños con impotencia, la mente me juega una mala pasada, muchas cosas podrían estarle haciendo en esa pesadilla tan vivida suya.

— Nisa, estás en casa — cargándola hasta acomodarla entre mis piernas— Nisa, estás a salvo, estás bien, eres libre, estás segura.

Apretó mi ropa entre sus puños, pero no abrió los ojos, se pegó más a mi cuerpo, temblando ligeramente, ya no tan tensa.

— ¿Alexei? ¿Jeff? ¿Ya regresé al cuarto? ¿El castigo ya terminó?

Teatro de Sombras (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora