Nisa es la secretaria del gran empresario Can Vural, sólo que... Nunca lo ha visto.
Nisa es rebelde, alocada, intrépida, no mide el peligro, no obedece y no baja la cabeza ante nadie, es secretaria y sicaria, trabajando para los Vural luego de firma...
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CAN.
Acompañé a las enfermeras hasta la estación de bebés, o al menos así le digo yo, ellas le dijeron con otro nombre. La cosa es que dejaron a mis bebés en unas incubadoras para poder tratarlas sin riesgo a que se cayeran, me hicieron participe de todo el proceso, le dimos el primer baño rápido con la intención de que no pescaran un resfriado, todo aquí estaba temperado, así que no sufrirán frío alguno.
Me enseñaron a cómo ponerles un pañal y cómo limpiarles el culo, se supone que no debo ocupar toallas húmedas por el diablo sabe qué cosa ¿Y ahora qué hago yo con el montón de paquetes que compre? Les hice la pregunta y me dijeron que eventualmente podría hacerlo siempre y cuando fueran hipoalergénicas, sin alcohol ni aditivos, así que me uniré al club de padres babosos e idiotas que leen las etiquetas de todo lo que compran para cuidar el culo de sus bebés.
Luego les pusieron las vacunas, dijeron que eran obligatorias para todos los recién nacido y yo accedí, investigué, no le pondrán nada extraño a mis niñas, papá siempre estará para protegerlas.
Lo siguiente fue que le abrieran las orejas, Nisa les compró unos aretes preciosos de oro y diamantes, pequeños puntitos de luz en las lujosas orejas de Milenka y Melek, las niñas más importantes de Turquía, mis princesas.
— Señor, su esposa solicitó en el ultimo control una sesión fotográfica para las bebés, si usted lo desea, está todo preparado.
— Sí, lo recuerdo — sonreí— Nisa babeaba por fotografías como las que nos enseñaron, hagamos esas fotos.
Llevamos a las bebés hasta otra habitación, todo estaba repleto de animalitos de felpa, paredes de colores pastel, juguetes, cunas, canastitas y demás, todo de suaves colores, y en un rincón, un telón claro, flashes, cámaras, una plataforma, tulls de colores, mantas y otras chucherías, Nisa se volverá loca cuando vea todas estas fotografías.
— Ok señor, nosotras las acomodaremos y usted puede ir viendo el resultado en la computadora de aquí, saldrán preciosas.
— Ok, me quedaré por aquí para no entorpecer su trabajo, con cuidado, que son las herederas de los Vural y no quieren saber lo que soy capaz de hacer si algo sale mal.
— Por supuesto señor.
Dijo la más valiente en medio de un temblor, la otra sólo se puso pálida, cobarde.
Vi en todo momento como acomodaban a mis princesitas, la primera fotografía fue de ellas con una bonita diadema clara con una flor pequeña en el costado, recostadas en un gran cojín acolchado y peludo rosa, cubiertas por una mantita rosa, abrazándose, me encantó esa fotografía.
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