•Luz y Oscuridad• ||Sasuke Uchiha||

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La última esperanza
(Parte 2)

Narra Nao

Han pasado 2 horas desde que todos tomamos caminos diferentes para hallar nuestros respectivos objetivos.

Una lágrima de una laguna del llanto.

Sinceramente no sabía que eso existía en este mundo. De pequeño oí historias que mí madre me contaba sobre diferentes mitos y leyendas de todo aquello que era desconocido. Quedaba fascinado y dormía con la mente llena de imaginación. ¿Cuántas cosas más existen en este mundo pero aún no somos conscientes de eso? Me resulta extraño... Pero muy fascinante y divertido.

— Oye, Naruto. ¿Alguna vez hiciste una misión parecida a ésta? Porque con toda mí sinceridad, amigo, no tengo la más remota idea de a dónde vamos ni qué encontraremos.

— Mmm, pues... No. Jamás he hecho una misión así que yo recuerde. Tampoco sé qué encontraremos ni a dónde vamos. Pero siempre podemos preguntar. Quizás alguien tenga idea de lo que buscamos.

Asentí y luego guié mí vista al frente. No me siento del todo relajado. Algo me dice que algo no está bien. Y Naruto se percató de aquello.

— ¿Está todo en orden, Nao?

— ¿Qué...? Oh, sí, sí... No es nada. Es solo que hay algo que me inquieta. Un presentimiento. Algo no anda bien.

— ¿Qué crees que puede ser?

— No lo sé. Pero solo espero que todo esté bien con los demás... Tenían objetivos muy difíciles. Y casi estamos a ciegas por aquí.

— Tienes razón. Los demás son fuertes y capaces de hallar sus objetos asignados. Yo creo que no debemos preocuparnos por eso. Sabrán que hacer.

Volví a asentir no muy tranquilo. Intentaré confiar en las palabras de Nao, pero estaré alerta.

Ryu... Haru... Espero se encuentren bien.

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2 horas más tarde...

Mis pies definitivamente necesitan un descanso.

Y mí estómago igual.

— ¿Quieres que nos detengamos? — Naruto tenía la respiración agitada de tanto correr.

— Porfavor. Si doy un paso más deberás llevarme a caballito.

— Si quieres que caigamos los dos, pues adelante. Deberán llevarnos a ambos. Y créeme que después de tantos tazones de comida no estoy para nada liviano.

Reí ante ese comentario y nos detuvimos. Apenas dejamos de movernos caímos rendidos al suelo. Hacía algo de frío y un viento endormecedor. Podía jurar que mis pies tiemblan.

— Estás helado. — Naruto rió y sorpresivamente sacó una mantita de su mochila. — No es muy grande para ambos pero puedes calentarte tú.

— No puedo aceptarlo. Tú también debes calentarte.

— Oye, si digo que la uses, la usas. Hinata la tejió para estas ocasiones. Le encantaría saber que alguien la está usando bien.