Get out!

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Todo empezó con un: ¡Lárgate!

La emoción, la incertidumbre, la adrenalina, la presión y la revolución de sentimientos que estaba sintiendo durante el partido, me llevaron a apurar al famoso futbolista Cristiano Ronaldo, para que abandonara la cancha.

La verdad, es que no me importa nada, simplemente dejar a mi país en alto en este mundial, así que no medí mis palabras y tampoco tuve en cuenta con qué clase de figura hablaba. Solo hice las cosas porque me nacieron, sin medir posibles consecuencias o rumores de odio hacia Ronaldo, que no tengo.

¡Lárgate!

Aquella palabra y la expresión de mi oponente mandándome a callar daban vueltas en mi cabeza, como en un bucle interminable. Había algo en él que lo hacía memorable, quizás el color aceituna de sus ojos, además del brillo que poseían o el indescriptible olor de su perfume que se quedó impregnado en mi memoria. Sea lo que sea, no puedo dejar de pensar en él.

Nunca esperé que en mi mundial debut sucediese algo como esto y mucho menos tener la atención de tanta gente por mi supuesta "belleza", la verdad, siempre he querido que me reconozcan como deportista para poder llegar a jugar en alguna liga extranjera de renombre, donde mi talento sea reconocido, valorado.

Aunque cerraba mis ojos con fuerza y trataba de poner mi mente en blanco, no podía quitarme el rostro de Cristiano Ronaldo de la cabeza, ¿Qué era lo que lo hacía tan interesante? Es un tipo egocéntrico que juega al fútbol al igual que yo, lo único que nos diferencia es que él es un poco mayor, famoso y tiene más experiencia en el fútbol, pero, nada más.

Soy incapaz de entender por qué mi mirada se fijó en él incluso antes del partido, nunca fui su fan. Mucho menos me interesaba su vida como figura futbolística, pero había algo en su persona que llamaba muchísimo mi atención y que me llevó a observarlo como si de una acosador se tratara.

¿Lo peor?

Es que él se dio cuenta de aquello antes del enfrentamiento de nuestras selecciones.

Pero lo que lo hace aún mas peor, es la reluciente sonrisa que me dirigió.

Que ahora no puedo quitarla de mi cabeza.