Capítulo 9

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Desperté porque la luz de sol se reflejaba directamente hacia mi rostro. Hacía un calor terrible y, además, sentía que mi cuerpo dolía, sobre todo, mi espalda.

Quizás mis sospechas de tener una lesión lumbar, eran ciertas.

Restregué mis ojos con lentitud, mientras me acostumbraba a la brillante luz y bostecé, me sentía demasiado cansado a pesar de haber dormido. Lentamente fui abriendo mis ojos, enfocándome en la luz que entraba por la ventana y en ese momento recordé que no estaba en mi habitación.

No puede ser.

Observé a mis alrededores con rapidez, lo que hizo que mi cuerpo doliera aún más que antes. La ropa que llevaba puesta durante la madrugada estaba tirada en el suelo al igual que mi celular, el cual pensé que no había recogido antes de salir durante mi insomnio.

Por más que doliera, estiré mi cuerpo para recoger el aparato y, después de casi dos días, finalmente lo encendí; un montón de notificaciones entraron en la bandeja, la mayoría era de las redes sociales y noté que tenía casi quince llamadas perdidas de Heungmin, lo cual me alarmó un poco, sin embargo, al revisar los mensajes, me di cuenta que él me había dejado un par de estos.

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De: Heungmin Son

¿Dónde estás, Guesung? / 9:30 a.m.

¿Por qué no contestas? / 9:35 a.m.

Bueno, tenía que decirte que el coach nos dio el día libre. Así que, sea donde sea que te hayas metido, no te preocupes por ir a entrenar. Pero si vas a desaparece así, avisa para la próxima. / 9:40 a.m.

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Simplemente leí, no sabía qué responderle y tampoco cómo justificar mi desaparición, es más, no esperaba quedarme dormido en este lugar.

Bloqueé el aparato y lo puse en silencio para no escuchar cómo las notificaciones de las redes sociales iban llegando.

Observé la habitación con atención, al parecer, no había nadie en el lugar, por lo tanto, era la coartada perfecta para irme sin tener que verle la cara a ese idiota. No es que tuviera vergüenza o algo así, simplemente no tenía ganas de verlo. Sin embargo, mis planes nunca van como lo espero, así que escuché cómo la puerta se abría cuando me estaba vistiendo.
El sonido de unos pasos resonó en el silencioso ambiente y, eso me obligó a girarme a mirar al recién llegado.

—Ah, ya te despertaste —fue lo primero que dijo.

Al parecer, él ya llevaba un par de horas despierto. Tenía puesta ropa deportiva y unos auriculares inalámbricos descansaban en su cuello. Aparentemente había salido del hotel.

No le dije nada, simplemente asentí en respuesta.

— ¿Estás bien? Digo... ¿Te sientes bien? —preguntó después de unos segundos, sin quitarme los ojos de encima.

Él me observó fijamente, esperando a que le dijera algo en respuesta. Su mirada tan penetrante, llegó a incomodarme un poco, así que tuve que idear una respuesta para que ya no estuviera tan pendiente en mí.

—Sí, solo me duele un poco la espalda por el partido de ayer —dije, mientras me ponía la camisa de dormir.

—Sí, claro, el partido —se rio y me di cuenta que caminó unos pasos, acercándose.

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