Capítulo 23

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Caminé bajo la brillante luz de la luna, sintiendo el fresco viento de la noche chocando contra mi rostro, haciéndome estremecer ligeramente. El cielo nocturno estaba siendo iluminado por varias estrellas y la luna llena, siendo honesto, era muy agradable a la vista.

Por la zona en la que me encontraba poca gente transitaba, no sabía qué hora era con exactitud, pero suponía que ya eran pasadas las dos de la madrugada.

Merodeé por los alrededores durante unos minutos, hasta que visualicé una banca y me senté en esta sin dudarlo. Aún no quería irme al hotel, solo quería estar solo y tomar aire.

En mi cabeza se repetía en forma de bucle el último acontecimiento, las palabras de Cristiano parecían ecos repitiéndose una y otra vez; quizás era para ayudarme a recapacitar sobre lo que le dije o quizás era para recordarme que hice lo mejor que pude haber hecho en una situación cómo está. Sé que no merezco que me falten el respeto de esa forma y que me usen, por más que él haya insistido en que no hizo aquello, no puedo quitarme la sensación de que me vio como una persona fácil, o a quien puede utilizar como plazca.

A este punto no sé si estoy siendo dramático, inmaduro o si le estoy dando muchas vueltas al asunto.

Nunca me habían hecho sentir de esta manera, y ahora que lo experimentaba, no podía soportar la culpa, la frustración y el dolor interno que me amordazan en el interior. Es una mezcla de todo, muy difícil de explicar.

Tallé mi rostro con lentitud y cerré los ojos mientras suspiraba; si alguien hace unos meses me hubiese dicho que estaría en una de las avenidas de Catar, sintiéndome miserable y usado, lo hubiese tildado de loco. Porque es surreal.

Siento que todo cambió mucho en unas cuantas semanas, ni siquiera me percaté de que ya habíamos llegado a diciembre, pasé tan concentrado en el fútbol, los partidos y los entrenamientos, que en ningún momento se me cruzó por la cabeza que llevaba casi un mes fuera de mi país de origen.

Tiré de mi cabello con un poco de fuerza.

«¿Por qué te sientes así, Cho Guesung? ¿De verdad te gusta ese tipo? ¿Aunque te hacía enojar y a veces era molesto? ¿Aunque tenga una actitud narcisista, de esas que detestas?», son unas de las cuántas preguntas qué me hace mi subconsciente, haciéndome sentir muchísimo más frustrado que antes.

Ahora, no puedo esperar más por irme de aquí. Estar en este país únicamente me recuerda que me metí con alguien con quien no debía y de quién debí indagar más su historial, que mi selección quedó eliminada en octavos de final y que Cristiano Ronaldo es un completo imbécil.
Para ser honesto, nunca entenderé a las personas que le son infiel a aquellos a quienes dicen querer o amar, me parece una cuestión estúpida e ilógica, donde se debe tener muy en cuenta los valores de cada uno o sus creencias.

Aunque Cristiano se comportaba como un idiota, en varias ocasiones, nunca pensé que fuese a ser alguien así, mucho menos una persona tan cínica.

Es cierto cuando dicen que nunca terminamos de conocer a una persona, porque hay quienes esconden mucho de sí. Y, aunque parezca inadecuado que lo diga porque apenas lo conozco unas semanas, es algo que me parece muy cierto.

Sentí que mi pecho ligeramente se comprimió, de verdad me dolía todo esto y, expresar ese dolor de esta manera, me hacía sentir como una persona muy débil. Se supone que debo mantenerme fuerte y no dejar convencerme con facilidad, pero por más que he tratado de mantener una actitud directa, frontal y dominante, muy en el fondo, soy alguien que siente las cosas de manera muy profunda, simplemente no me gusta expresarlo en voz alta.

Maldita sea, Guesung —susurré, hacia mí mismo.

Quería llorar, pero no lo haría. No iba a solucionar nada de lo que estaba pasando y más bien, me haría perder el tiempo. Además, detesto llorar y el sentimiento de debilidad que me deja.

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