Capítulo 1

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EMMA

El momento en el que creí que entrar en la fraternidad Delta Phi iba a solucionar todos mis problemas de sociabilidad, me equivoqué completamente. Ser una DP solo me había traído problemas de confianza, más de los que ya poseía, fruto de mis miles de miedos y complejos.

—¿Piensas que hoy nos podremos librar?

Mi salvación, una preciosa y menuda morena de ojos verdes, me miró con pesar.

—Ya nos han llamado la atención en dos ocasiones, si no estamos en la fiesta puede que seamos expulsadas por conducta inapropiada. —Mia remarcó la última frase con la voz que había utilizado la presidenta de la hermandad, Emily.

—Es horrible.

Su resoplido fue lo único que necesité para comprender que mi única amiga estaba en la misma situación que yo.

En mi caso ansiaba el momento de sentarme en mi habitación y leer durante mil horas, en el de ella, el poder coger su cámara de fotos y perderse por el mundo. Pero no, ambas estábamos atrapadas en una patética fiesta universitaria, con un vaso de plástico rojo, relleno de un líquido caliente fruto del tiempo que había estado en nuestras manos, y a la espera de recibir a los chicos del equipo de hockey que habían decidido celebrar su victoria en la gran fiesta que tenía entre manos nuestra hermandad.

Era un gusto ver sus cuerpos bailando porque eran espectaculares, o al menos en el sentido físico, porque las neuronas tenían demasiado espacio para rebotar como para poder ser gente normal, agradable y con una conversación coherente.

Como si me hubieran escuchado, la música cesó en su retumbar cansino, y la gente congregada a nuestro alrededor, comenzó a golpear las paredes con la canción del equipo.

—Se avecina tormenta.

Ambas nos pegamos más a la pared, como buenas apestadas sociales, nadie nos tenía respeto y en esos momentos, donde la emoción podía a cualquiera que tuviera algo de alcohol en el cuerpo, más aún.

El capitán entró gritando de alegría seguido de todo el equipo que fue recibido con abrazos, incluso alguno de ellos salió volando.

Mia y yo decidimos que era el momento ideal para refrescarnos en el baño, nadie estaría utilizándolo en esos instantes tan claves y nosotras lo necesitábamos.

Lo pudimos alargar diez minutos, no más o Emily se daría cuenta y se personaría allí mismo para dejarnos en ridículo.

Cuando volvimos a enfocar la sala, el ambiente ya se había calmado.

Todo seguía su orden: las chicas buscaban la atención de los vencedores, los que tenían pareja se comían la boca con sus novias como si hiciera años que no se veían, y el resto jugaba en busca de beber alcohol hasta reventar.

—El futuro está en manos de esta gente.

El comentario de Mia me provocó tal carcajada que derramé parte del contenido del vaso sobre la alfombra. Justo en ese momento apareció entre nuestros cuerpos la temida, quiero decir, la querida presidenta.

—Os veo un tanto aburridas, chicas.

—Es una percepción —indicó Mia que, a diferencia de mí, tenía un carácter mucho más guerrero.

—¿Sabéis? Sé que no habéis cambiado de vasos desde que habéis llegado.

—No se te cuela nada, eh, ¡qué envidia!

Intenté que la sonrisa no se hiciera evidente para Emily, pero no lo conseguí porque su mirada mordaz frenó en seco mi intención de seguirle el juego a Mia.

—Tendremos que solucionar esto. ¡CHICOS! —gritó por encima de la música haciendo que varios de los jugadores se alertaran y movieran la mano para que bajaran la música y poder escucharla— ¿Os apetece un juego a verdad o atrevimiento?

La tormenta ya estaba sobre nuestras cabezas.

El corrillo no tardó en formarse, no todos se unieron, pero la mayoría adoraba ese juego de mierda, así que no se lo iban a perder por nada del mundo.

Emily, como buena jefa, cogió una de las botellas que se había vaciado en el ponche y comenzó a dar vueltas en el medio del salón.

Mi existencia perdió significado en ese momento. No tenían sentido mis decisiones, y unirme a una fraternidad había sido la peor de ellas y lo corroboré en el momento en que la botella llegó hasta mi cara.

—Sé fuerte y elige siempre verdad —comentó Mia en mi oído, aunque con los nervios no pude ni escucharla.

—¡Qué suerte, Emma!, aunque en tu caso solo podrás elegir atrevimiento.

—¿Y eso por qué? —Mi voz salió apretada y es que mi cuerpo estaba temblando de nervios.

—Te has perdido todas las fiestas desde que se inició el semestre, sería injusto tener decisión cuando todos nos hemos puesto a prueba con anterioridad.

Busqué apoyo visual pero todos parecían estar de acuerdo con su planteamiento.

Mia apretó mi brazo para que supiera que tenía su apoyo.

—¿A alguien se le ocurre una opción para retar a Emma?

Varias chicas de la hermandad dieron opciones que me parecieron lógicas, pero a Emily no le convencía ninguna de ellas, a sus ojos eran demasiado buenas.

—Nunca hemos visto a Emma tentar a un hombre, y ella misma ha dicho que no le atraen las mujeres.

—Es su decisión, Emily. —Aunque Mia me intentase ayudar, yo sabía de primera mano que nadie separaba a la preciosa presidenta de un objetivo.

—Deberás besarte con Connor —indicó Emily sin escuchar las súplicas de mi amiga.

Ni de coña.

Conocía a qué estaba jugando, y con una vez ya había sido suficiente.

—No lo pienso hacer. —El público me abucheó.

—No me parece nada difícil ni nuevo para ti. —Los abucheos se convirtieron en murmullos alentadores.

—Déjame en paz, Emily.

Dejé el vaso en el suelo y me levanté como un resorte, sentí que Mia me seguía pero no fue la primera en alcanzarme, la voz tediosa de Emily lo hizo por ella.

—No te vas a salir con la tuya con una perreta de niña pequeña. Conoces las normas, o haces lo que se te pide, o te vas de la fraternidad.

Encaré las palabras como pude. No moví los ojos de los de ella, fijos, retóricos, y con una maldad que conocía desde hacía tiempo.

—No pienso hacer nada con tu hermano.

Ya había hecho suficiente el tonto con Connor como para volver a ponerme en ridículo.

Emily sonrió de medio lado, y comenzó a hablar antes de darme tiempo a poner alguna norma.

—No lo hagas con Connor. Que sea Asher.

Asher Parker. El nuevo estudiante de metro noventa que volvía locas y locos a cualquiera que le sujetase la mirada durante dos segundos.

Jamás se fijaría en mí un tío como Asher, y Emily lo sabía, era su nuevo plan para dejarme en ridículo pero era eso o ser una desterrada. Si mi vida era complicada en estos momentos, no me podía imaginar al tener a todas las chicas de la universidad pensando en joderme la vida.

—Está bien.

Tragué saliva al entender lo que acababa de hacer. Había firmado un pacto con el diablo que ya me señalaba la dirección a la que tenía que dirigirme.

Asher sonreía a una de las bromas de su compañero de hockey, ajeno a lo que se le venía encima con la friki de segundo curso.





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Asher. Amor fingido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora