Capítulo 4

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EMMA

El sonido del móvil al recibir un mensaje fue lo que me despertó del plácido sueño en el que estaba sumida. Al moverme, noté como una masa blanda y pesada me acompañaba en la cama. Asher estaba dormido a mi lado.

De forma automática me levanté de la cama y me llevé la mano al pecho. Sentía como los nervios me atoraban la garganta. Si él se despertaba y veía la estampa, ya sin alcohol en su cuerpo, la cosa se podía poner muy incómoda.

Revisé que tenía el móvil y las llaves en mi pantalón y salí pitando de la habitación sin mirar hacia atrás, porque si lo hacía, me iba a fijar de nuevo en cómo su camiseta se había subido más de la cuenta, y había dejado a la vista el trabajado y moreno torso de Asher.

Cogí el teléfono y llamé a Mia con toda la impaciencia del mundo. Aún era de noche, mi coche seguía en el taller, y había guardado mi cartera en el bolso de Mia para no perder mis pocas pertenencias, todo eso me hacía depender de que mi amiga no hubiera decidido esa misma noche salir con su cámara de fotos a congelar el mundo tras el objetivo.

Al quinto toque me contestó con una voz adormilada.

—¿Emma? ¿Te encuentras bien?

—Necesito mi cartera, ¿estás en la habitación?

—¿¡Sigues en la hermandad!?

El hecho de que no fuéramos dos siamesas que nos mandábamos la ubicación a cada instante, hizo mucho más comprensible el asombro de mi amiga. Yo misma también hubiera supuesto que ya estaba en mi casa muerta de la vergüenza y con un libro debajo de la almohada.

—Sí, pero no es lo que parece.

—Pues a mí me parecen muchas cosas.

—Mia... —le apuré para no encontrarme con nadie por los pasillos.

—Sí, estoy en la habitación.

Colgué al instante y me dirigí a la 307, nuestro lugar de encuentro habitual.

Ya estaba esperándome con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Te has tirado al buenorro de Asher Parker!

—Shhh... Baja la voz. Y no, ya te dije que no es lo que parece.

Le conté todo lo que había sucedido, cómo Asher había entendido lo que sucedía sin presionarme, incluso poniéndome comodidades para que Emily me dejase en paz.

—Parece un chico tierno detrás de esa fortaleza de músculos.

Aunque me puse roja como un tomate, no pude parar la carcajada. Sí, Asher era todo lo prohibido, una belleza de dios griego y masculinidad natural, que te hacía perder la cordura.

—Y que, ¿cómo es?

Pensé en decirle lo que había opinado hasta hacía unas horas, pero en parte era verdad y en otra parte no.

—Agradable.

—Eso ya lo vemos todas.

—No me sentí incómoda, o no después de la entrada.

—¿Intentó algo?

—¿Cómo lo iba a intentar, Mia?

Revisé todo mi encuentro con Asher y puede que estuviera mintiendo. O quizá el que había mentido era él al hacerme pensar que le atraía. Sea como fuere, Asher estaba borracho, eufórico con su victoria, nada de lo que hubiera hecho anoche lo iba a repetir a la luz del día, así que evité cualquier ilusión por parte de mi amiga.

—Tú eres la que siempre dice que todos los cuerpos son bonitos, el de él es igual de bonito que el tuyo.

—No están jugando en la misma liga.

—¿Y por qué Asher iba a mentir si me has dicho que parecía agradable?

—Porque estaba borracho.

¿Lo estaba de verdad? Cuando había hablado de él mismo no lo parecía, pero cuando intentó tontear... Sí, definitivamente. O tenía el suficiente alcohol en el cuerpo para hablar del modo en el que lo hizo, o se estaba riendo de mí, que era lo más habitual.

Me llevé la mano a la frente y suspiré cansada. Había dormido, pero no lo suficiente como para dejar atrás el cansancio de una noche de fiesta.

—Quiero dejar esta pesadilla atrás, Emily ya tenía lo que quería. El lunes será otro día.

—Emily no ha tenido lo que quería, Em, no lo va a dejar estar.

Y fue en ese preciso momento en el que me di cuenta de que mi vida estaba arruinada.

Asher no me había hecho un favor al ayudarme, sino que me había puesto en el ojo del huracán.

—¿Qué voy a hacer? —Mi vena dramática hizo que la voz saliera apretada y que Mia tuviera que abrazarme para que los nervios no me comieran viva.

—Te ducharás, te pondrás algo de mi armario y te irás a dormir. Igual estamos equivocadas y el lunes nadie se acuerda de esto.

La mirada que compartimos fue mucho más sincera que las palabras de mi amiga. Ambas sabíamos que eso no sucedería, pero era mucho más fácil creer que sí, o al menos durante dos días. 


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Asher. Amor fingido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora