ASHER
Hablar de dolor físico era decir poco en comparación con lo que estaba sintiendo. El partido había sido durísimo, ambos equipos nos estábamos jugando el pase al campeonato de hockey sobre hielo, por lo que la pasión había reinado en cada pase y en cada movimiento.
La fiesta estaba yendo a la altura de mis expectativas. Necesitaba ese respiro y los chavales también. Alguno más que otro, Finn y Harry habían pasado de coger un vaso de cerveza, y se habían decidido a elegir la manguera del barril.
Teníamos mucho que celebrar, nos lo merecíamos. Y eso fue justo lo que me dijo Mason al oído cuando las chicas del Delta Phi comenzaron a agasajarnos con bebidas, arrumacos y proposiciones indecentes.
Aunque fuera nuevo para mí este tipo de relaciones, ya que en mi anterior vida no había destacado de este modo, al llegar a la universidad de la Ivy League entendí que, como jugadores destacados, solíamos tener un tipo de atención diferente, se podría decir que prioritaria, y no iba a ser un necio y negar que no me gustaba. Lo hacía, y me lo pasaba muy bien.
O lo llevaba pasando muy bien durante los primeros siete meses. Las repeticiones comenzaban a hacer mella en mi actitud. Vale que mi físico estaba trabajado y podía llamar la atención, pero mi cabeza estaba en el mismo estatus, y a esas chicas les importaba una mierda. Todo se resumía en reputación, postureo y ver quién podía alcanzar el pantalón del jugador más prometedor.
A los diez minutos de llegar, la fiesta se dividió en secciones. Las chicas se reclutaron en un círculo para hacer alguno de sus juegos malignos, parte de mis compañeros comenzaron a jugar al beer point, y otros, entre los que estábamos Mason y yo, decidimos descansar con una cerveza en el sofá.
—Me duelen hasta las pestañas.
Nuestras risas se vieron colapsadas por unos abucheos que llegaban desde el fondo del salón por parte de las chicas.
—No seas nenazas, Mason, aún quedan dos partidos más.
—Por culpa de esta mierda —señaló la rodilla que llevaba dándole problemas desde el inicio de la temporada— hoy no podré echar un polvo épico.
—Hay muchas posturas en las que no tienes que forzar la rodilla.
—¿Me estás dando ideas, Ash?
Compartimos unas risas que se cortaron en el mismo instante en que un angelito tembloroso se paró delante de nosotros.
Era la chica más pequeña que había visto en mi vida, pero eso no era lo más destacable de su cuerpo, había muchas cosas destacables como los enormes ojos azules que variaban entre Mason y yo con miedo. Tragué saliva sin poder evitarlo cuando su mano cogió el bajo de su camiseta con fuerza.
Estaba muy nerviosa y era un caramelo demasiado dulce como para caer en malas manos.
—¿Te has perdido, preciosa?
Mi mente era incapaz de hablar, solo podía observar cada parte de su anatomía.
Esos enormes ojos se fueron directos a mi amigo. No pronunció palabra, tragó saliva y volvió la mirada hacia mí.
—Hola.
—Hola. —No pude evitar sonreír ante su actitud, y es que llevaba demasiado tiempo sin conocer ese tipo de timidez por parte de una chica. En la universidad todos estábamos desatados, tanto hombres como mujeres.
—¿Te gustaría venir conmigo al primer piso?
Que me llevaran al infierno porque lo que me cruzó por la mente en esos instantes debería estar prohibido.
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Asher. Amor fingido.
RomanceUn jugador de hockey popular. Una chica atrapada en los complejos. Un trato: ser novios #falsos Asher Parker. Jugador estrella del equipo de hockey sobre hielo. Rubio con ojazos marrones enmarcados en unas pestañas de infarto. Además de ser el rom...