ASHER
La semana la pasé en una nube.
Una nube de tensión. El entrenador Jota se puso muy serio con nosotros. No podíamos fallar cuando lo teníamos tan cerca, ya rozábamos el éxito y para él solo había un objetivo: ganar.
Una nube de incredulidad. En otro momento, me hubiera partido los cuernos en el gimnasio para llegar lo mejor posible para el partido. Y sí, había entrenado duro, pero no había hecho horas extras porque... La otra nube era de ilusión por ver a Emma y pasar un rato al día con ella.
Cuando pensaba en ella, creía ver una amiga por la confianza que me transmitía. Habíamos hablado sobre mis expectativas de vida, de lo importante que era el deporte para mí, y habíamos tenido una conversación sana y realista de lo que, para cada uno, significaba el futuro. Pero, en cuanto la veía aparecer por los pasillos, entraba en la cafetería que habíamos quedado, o picaba al timbre de mi casa, la idea de que solo fuese una amiga se desmoronaba como un castillo de naipes. No solo mi cuerpo reaccionaba a su tacto, a esos pequeños gestos que ella hacía sin pensar, sino que sentía un tipo de conexión, de calma y a la vez de vértigo, que llegaba a ser adictivo.
Emma William se había convertido en mi adicción.
Y, mientras ponía la música a todo volumen para concentrarme en el partido que daría comienzo en la próxima media hora, solo podía pensar en ella. En si estaría orgullosa de mí si todo salía bien. De si estaba cómoda en las gradas, ya que no era el plan inicial que ella viniera a animarnos, y en si extendería los brazos para celebrar conmigo la victoria o la derrota.
Todo el equipo salimos al hielo con las ansias y con la fortaleza de saber que podíamos ganar. Seguimos el plan que el entrenador nos hizo memorizar una y otra vez. Defender y no dejar que atacaran y, si Harry tenía la oportunidad, dejar que se desmarcara para anotar.
En los dos primeros tiempos todo salió rodado, el problema vino con el cansancio. Boston no se derrumbó, luchó por encontrar huecos, y eso nos debilitó a nosotros. Nos debilitó tanto que, en un buen tiro por parte de su central, Boston anotó un punto de diferencia quedando por encima de nosotros en el marcador.
Los ánimos, junto al cansancio, hicieron que no fuéramos capaces de remontar, dejando incluso que anotasen otros dos puntos.
Escuché la voz del entrenador, intenté con todas mis fuerzas estar en cada movimiento, pero nada era ya posible. El equipo se había venido abajo y no habíamos sido capaces de remontar.
La campana señaló, cinco minutos después, el final del partido.
Habíamos perdido nuestra oportunidad de llegar al campeonato.
Cuando entramos en el vestuario, cada uno asumió la derrota de la mejor forma posible.
Mason rompió la mesa de preparación.
Finn se derrumbó dentro de una bolsa de hielo y yo...
Yo que había luchado toda mi vida por esto, solo sentí decepción y rabia, pero no en un grado que me impidiera salir por esa puerta y continuar con mi vida.
Y supe muy bien a qué se debía.
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Asher. Amor fingido.
RomanceUn jugador de hockey popular. Una chica atrapada en los complejos. Un trato: ser novios #falsos Asher Parker. Jugador estrella del equipo de hockey sobre hielo. Rubio con ojazos marrones enmarcados en unas pestañas de infarto. Además de ser el rom...