Capítulo 5

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ASHER

Los lunes nunca habían sido un día complicado para mí, o no hasta que dejé que la emoción se apoderase de todas las demás sensaciones de mi cuerpo.

—Me duele todo el cuerpo. —Mason estaba tumbado a mi lado tras el duro entrenamiento que nos había hecho pasar el entrenador Jota.

—No seas nenaza. —Y, aunque le dí con el hombro en las costillas, en mi pensamiento estaba su misma idea. Nos habíamos pasado el fin de semana y el entrenador lo había notado.

—Esto ha sido una reprimenda en toda regla —destacó Harry con voz llorosa.

—¿A quién se le ocurre salir de fiesta el viernes y el sábado a pocos días del campeonato?

Me llovieron varias camisetas sudadas con el fin de que me callase la boca.

—Tú eres el que más tienes que callar, Asher Parker. Folladita el viernes con la tímida de Emma y cambio de tono el sábado con la salvaje de Martha. No sé como has podido con los huevos hoy.

—Porque los tiene vacíos —gritó Finn comenzando una carcajada en conjunto.

Aunque no era el típico tío que me enorgulleciera de mi vida sexual, tampoco la tapaba, pero había algo que mis amigos no conocían, y es que el viernes caí rendido por algo muy diferente que el compartir actividad sexual con otra persona.

—Y tío, a ver si te depilas esas piernas de oso pardo.

—¡Pero qué dices!

—El tiktok de Martha. —No tenía ni idea de a lo que se refería y Harry al comprender mi ceño fruncido me lo explicó—. Subió un vídeo vlog de su noche de sábado en el que se te veían las piernas.

—¿Y tu por qué sabías que eran las mías?

—Reconocería esos deditos en cualquier parte.

Todos mis amigos estallaron en risas.

—¿Tienes un fetiche sexual que no nos hayas contado, Harry?

Y, aunque le quitamos hierro al asunto, me sentí un tanto incómodo al estar tan expuesto. Ninguno de mis colegas se tomaban en serio este tipo de cosas, ni lo de entrenar duro, ni lo de ir en serio con una chica.

Yo tenía muy claro mi lugar de procedencia. Tenía una beca sin la cual no podría estudiar, si las fiestas se me iban de las manos, perdía mi vida. El tema de las mujeres era un contrato verbal en el que ambos ganábamos placer. No iba a poder prestar atención al tipo de relación que ansiaba, cuando en mi mente solo había un objetivo: ser el puto mejor defensa de la liga para vivir de ello y no tener que preocuparme nunca más por las deudas o porque el novio millonario de mi madre me tenga que hacer un favor.

—Que os den, cabrones.

Y tanto Harry como yo, abandonamos el vestuario para dirigirnos a las clases que teníamos en el horario.

—Que tengas un buen día, mi amor.

Me sacó el dedo corazón cuando giró por un pasillo alejándose de mí. Y, al pararme a reírme de su amorfo dedo, llegó a mis oídos una conversación incómoda que me puso de mala hostia al instante.

—Creo que ha sido la mejor fiesta de celebración de la historia, Emily.

—¿Verdad? El fotógrafo me ha citado hoy a las cinco para ver todo el material y colgarlo de inmediato en el periódico y en las redes de la hermandad.

—Seguro que te enteras de más cotilleos de los que sabemos.

—¿Crees que han sido pocos, Bibi?

—Yo solo sé el de Connor y el de Finn —destacó otra voz aguda.

—¿¡No te has enterado del juego de beso o atrevimiento!?

La conversación entre las tres chicas no era de mi interés, o no fue el motivo principal de que hubiera frenado en mi camino, sino que al escuchar la voz de Emily, recordé al instante los ojos llenos de miedo y vergüenza de Emma durante la celebración del viernes.

—No. Creo que estaba en la habitación todavía.

—Pues la pringada de Emma se llevó a la habitación a Asher.

—¿Y eso no es bueno? —La chica parecía demasiado inocente para la maldad de esas arpías.

—Vamos, Leah, ¿quién se va a creer esa pantomima? Le habrá prometido algo que Asher necesitaba, y llegaron a un acuerdo para aparentar y que la dejásemos en paz.

—¿A Asher no le pude gustar? Le gustan todas. —Cuando escuché esas palabras me di cuenta de que ya no podía apretar más la cinta de mi mochila. El cabreo estaba sobrepasando mis límites de tranquilidad, que solían ser muy elevados, pero antes de saltar, necesitaba conocer toda la opinión de mis recientes enemigas. Esas chicas eran todo lo malo que le podía pasar a alguien sin una personalidad o autoestima fuerte.

—No las morsas, tía. Se la tendría que follar a cuatro patas, y el chaval acababa de salir de un partido larguísimo, no sería capaz. Estoy segura de que fue una pantomima, pero mi objetivo es que ella misma lo diga en voz alta delante de todos.

No pude aguantar más las ganas de decirles lo que opinaba a esas niñatas de turno, pero en el momento en que casi llegué hasta su altura, vi por el rabillo del ojo un pelo rubio atrapado en una coleta torcida que caminaba con prisa. Emma iba con la cabeza tan gacha que su coleta parecía su cara.

Dos segundos.

Eso fue lo que duró la idea en mi cabeza hasta hacerla efectiva, por lo que podía salir muy mal.

Apuré el paso para cambiar de dirección y llegar hasta ella antes de que se fuera por otro lugar.

—Hola, Em.

No me había dado permiso para acortar el nombre, pero me pareció más íntimo, justo lo que necesitábamos.

Al escuchar mi voz, levantó la cabeza y aprecié algo que no permitiría que volviera a estar en una cara tan bonita: unos ojos llenos de temor por quedar en ridículo. 



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Asher. Amor fingido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora