Asher. Amor fingido.

Capítulo 15

ASHER

Sentía su respiración incontrolada. Necesitaba abrazarla, pero sabía que me iba a rechazar si me acercaba a ella.

No entendí lo que había sucedido. Si había sido el beso, lo que sucedió en el bar, o el cúmulo de mierda que ella generaba sobre su propia persona, pero algo se había roto entre nosotros. Una confianza que nos habíamos ganado en poco tiempo y que me hacía sonreír como un imbécil.

Seguí sus indicaciones hasta su casa. No iba a hablar hasta parar el coche, tenía que dejarle una salida por si la quería, no era tan gilipollas como para no darme cuenta de que estaba al límite de llorar.

—¿Qué ha pasado, Em?

—Nada, ya te he dicho que no estaba cómoda.

—¿Ha sido por el beso? No quería que...

—No, no ha sido por el beso. Simplemente no creo que esté bien esto. Es mejor pararlo todo antes de que no podamos, ya te lo he dicho.

Parecía triste, derrotada.

Y eso era lo que más me jodía. Volver a ver en sus ojos lo mismo que percibí el primer día que se plantó delante de mí para proponerme una cita. En los ojos de Emma se veía todo: el miedo, la decepción, y el temor a ser dañada.

—Em, creo que tenemos que hablar las cosas.

Me había presentado en la cafetería después de soltarle toda la verdad a Mason y que él me dijese que dejara de hacer el ridículo. La chica me gustaba, no podía taparlo con mentiras porque le podía hacer más daño de lo que ella ya sentía.

Le hice caso, y parecía todo rodado, en la cena me había sentido tan a gusto, que hubiera repetido esa cita una y mil veces. Pero todo se había roto en el instante en que mi vena gilipollas se puso de nuevo sobre la mesa.

—No quiero que sientas que te he dejado en ridículo delante de todos.

—Me has expuesto, Asher. Y yo no te lo pedí.

—Te confundes, nena. Me he expuesto a mí mismo. Todos han visto que estoy embobado contigo, que me tienes a tus pies.

Puso los ojos en blanco y se movió para tirar de la manilla del coche.

—Me pones a mil, si eso es lo que te preocupa.

Dejó la manilla pero no se giró para mirarme.

—Estoy cómodo contigo, pero no en un sentido de amistad, sino de confianza. Jamás me había tirado en la cama con una tía para hacerme cosquillas. Y no pienses que mi cuerpo no reaccionó, tuve que darme una ducha bien fría en cuanto llegué a casa.

Su respiración seguía siendo la única contestación que me llegaba por su parte.

—Quiero conocerte en todos los aspectos, Em, pero necesito que dejes de lado tu espejo y te mires como yo lo hago, no como tú piensas que hago.

Se giró para encararme y pude apreciar como sus ojos comenzaban a cubrirse de agua. Me rompí porque no podía hacer nada, no si ella no se creía mis palabras.

—No tienes ni idea con qué espejo me miro, o lo que he tenido que aguantar durante toda mi vida. No me gusta ser el centro de atención, te lo he dicho en muchas ocasiones, y en ninguna me has escuchado. Es mejor que esto se quede aquí, Asher, es lo mejor, de verdad.

Tiró de la manilla sin volver a mirarme y se bajó del coche.

Me desabroché el cinturón para correr detrás de ella, pero, ¿y si tenía razón? ¿Y si solo había llegado a su vida a complicarle la existencia?

Le hablaba a Emma de sus inseguridades sin mirarme el ombligo. Sin ser crítico con mi forma de vida, con mi forma de entablar las relaciones.

Al llegar a la universidad había adoptado la faceta de "todo me importa una mierda". Me lo había creído. Había puesto un objetivo fijo en mi cabeza: llegar a la NHL, ser el mejor en mi trabajo. Pero lo que no le contaba a nadie es que todo eso tapaba una inseguridad gigante.

La de no ser lo suficiente para las personas a las que quiero.

Defraudarlos tanto que prefieran tenerme lejos, en vez de junto a ellos en cada día de sus vidas.

Había sucedido con mi padre, y después con mi madre.

Volví a abrochar el cinturón y contemplé con atención la puerta por la que acababa de desaparecer Emma.

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