Malentendido, tras malentendido, tras malentendido y un impulso

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Castiel no se recuperó de su shock, un golpe tan fuerte como el de volver a ver a Ishim no fue uno que su cuerpo asimiló sin problemas.

Su cuerpo se mantuvo rígido y su mente se apagó, y con las horas, Dean se llegó a hartar de su estado.

Incómodo, se remueve en su cama y lo primero que hace es encoger su cara en una mueca de asco.

" Que peste " – Un asqueroso olor a ropa sucia y Axe inunda sus fosas nasales.

Intenta incorporarse confundido, pero unas sábanas demasiado calientes parecen mantenerlo preso contra su colchón, que se ve que durante la noche ha perdido toda forma posible. Con dificultad y todavía preso, Castiel se gira hacia la derecha, alargando su brazo con pereza hacia el móvil que sabe que descansa sobre su mesita. Al golpear sus confidentes nudillos contra la pared, suelta un quejido. Sus ojos todavía no se abren, pero su cama parece haber recibido un terremoto.

Está demasiado dormido para juntar los puntos, la verdad.

Castiel llega a la conclusión de que ayer se durmió con los pies en la almohada, a pesar de no saber ni cómo. Sinceramente, está tan cansado que no se le pasa por la cabeza cuestionarlo. En su mente, esa es la justificación que necesita para responsabilizar a algo de su mal sueño - hacía años que no dormía tan mal. Intenta encontrar una posición cómoda para seguir durmiendo, o al menos quedarse escondido en el calor de sus sábanas, pero su móvil tiene otros planes para él.

Castiel se queja, pero su móvil no parece escucharlo. En su lugar, una canción de Ledd Zeppelin que no recuerda haberle asignado a ningún contacto, suena más fuerte, taladrándole la cabeza. Castiel se rinde, y acepta que tiene que contestar si quiere acabar con el insufrible ruido.

Por ello, su mano serpentea entre sus sábanas, pasando por debajo de pequeñas montañas de ropa que Castiel juraría que había recogido ayer y perfilando algo agobiantemente cálido que no logra identificar. Finalmente logra pescar su móvil (o lo que piensa que es su móvil, al menos) y sin pensarlo mucho, contesta a la llamada.

─¿Sí-?

─¡Dean Winchester! ─ Al otro lado de la línea telefónica, Castiel logra escuchar el grito de una mujer azotar su oído derecho. – Espero que tengas una buena explicación para ocultarme que tienes novio, jovencito. – La mujer parece esperar una respuesta a ese hecho que Castiel no es capaz de brindarle. – ¿No dices nada? ¿A pesar de que me haya tenido que enterar a través del internet y no de tu boca? ¿Eh? ¿A pesar de que te hice esta misma pregunta hace dos días?

Es muy pronto para el cerebro de Castiel.

—¿Qué? — Y a pesar de saber que la llamada no es para él, no parece cruzársele por la cabeza la posibilidad de colgar. — ¿Quién eres?

—¿Eh? — La voz femenina al otro lado de la línea parece calmarse de golpe, así como parecía quedarse sin aire hace unos segundos. — ¿Con quién estoy hablando?

—¿Castiel Novak..? — El colchón de Castiel se levanta bajo él, y las prendas que lo mantenían preso hasta ahora se aflojan. La mujer guarda silencio unos segundos.

Un momento... ¿No serás tú-? — Pero alguien le arrebata el móvil antes de que pueda decir nada más.

Ofendido como si fuese el suyo el que le acaban de quitar, Castiel se gira hacia el responsable del robo, ahora con los dos ojos bien abiertos.

–¡Estaba en medio de una-! – Pero encontrarse con las pecas de Dean Winchester a escasos milímetros de su rostro, no era lo que esperaba.

Este choque no pasa desapercibido entre ninguno de los dos. Dean, agarrando su móvil como si fuese un tesoro y con una expresión de espanto como contraparte de Castiel, que solo está sorprendido y confuso de encontrarse a Dean en su misma cama. Ya sea por un motivo u otro, las mejillas de los dos se encienden como el mismo fuego y en un intento de apagar las llamaradas los dos apartan la vista del otro, alejando sus rostros en el proceso. Dean se pega al marco de su cama como si fuese a fusionarse con el, dejando su móvil sobre el colchón y la llamada perdida de su madre iluminando su pantalla. Castiel se levanta, intentando salir del enredo que tiene de sábanas y salir de la cama del otro a toda prisa, con la mala suerte de caerse de bruces contra el suelo y sacudir la habitación. Eso logra suavizar un poco el ambiente y arrebatarle una risa burlona de los labios de Dean que Castiel calla con una mirada llena de odio.

Nunca entiendes ; DeanCasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora