Las estúpidas botas de Dean Winchester

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Siendo el menor de seis hermanos, Castiel puede decir con la cabeza bien alta y una mano en el pecho que es alguien paciente y tolerante (a veces incluso demasiado). Cualidades que ha perfeccionado y desarrollado gracias a su hermano mayor -mediano- Gabriel y sus "bromas" y liadas desmesuradas. Y nadie, nunca, ha podido poner a límite su paciencia y tolerancia.

Hasta que Dean Winchester ha entrado en su vida.

Todo empezó con una sonrisa (una puta sonrisa) de su parte: amistosa, simpática y que abría las puertas a una amistad (bueno, quizás no tanto, pero al menos para convivir en paz). Una sonrisa que Dean despachó inmediatamente con una mirada de asco y comportándose como un imbécil cada vez que Castiel intentaba entablar una conversación amistosa, esperanzado de que con el tiempo las cosas cambiasen.

Pero no lo hicieron, sólo fueron a peor cuando además de ser un imbécil, Dean desveló que también es un desastre con el orden y la higiene (muchas veces Castiel cree que Dean ha sido un cerdo en su anterior vida por la manera en la que vive como si no hubiera nada de malo en ello. - A veces llega a pensar que lo es incluso en esta.)

Los agradables hábitos que han logrado terminar con la paciencia de santo de Castiel son varios, entre ellos: como Dean deja sus pertenencias por toda la habitación, como no recoge su ropa sucia del suelo o como es capaz de estar semanas enteras sin ducharse (sobreviviendo a base de botellas de Axe y champús secos).

Pero el hábito que Castiel más odia, el que más le ha hecho detestar a ese ser, sin duda alguna es el de las botas de Dean.

Dios, cuánto odia aquellas estúpidas botas marrones.

Las mismas botas que parecen estar adheridas al cuerpo del rubio, ya que desde que se levanta hasta que se va a dormir allí están: fieles y pegadas a sus pies.

Ensuciándolo todo a su paso porque claro, ¿para qué limpiarlas cuando puede llenar de barro la mesilla de café -a la cual sube los pies en cada ocasión que puede, a pesar de que Castiel le pida que no lo haga-, el baño y hasta su cama? ¿Para qué, si lo tiene limpiando detrás?.

Y es que son por esas mismas botas sucias por lo que están discutiendo en estos momentos.

–Solo te pido que limpies tus botas antes de entrar. – Por sexta vez en la semana y media que llevan viviendo juntos (todo porque Dean tardó tres días más en llegar y para entonces todas las habitaciones estaban ocupadas), Castiel ha llegado de sus exhaustivas clases a una habitación desordenada, llena de barro y con un chico que apesta a Axe. Un chico con el que hace tiempo perdió la paciencia y positividad para convivir. – Lo llenas todo de mierda y el que tiene que ir detrás para limpiarlo porque quiere que su habitación esté ordenada, soy yo. Estoy harto. – Desde el sofá en el que juega con su Playstation, Dean sube el volumen en un intento por hacer desaparecer la irritante voz de su compañero de habitación. 

Al ver como Dean está centrado en su juego y no en lo que le está diciendo, Castiel se planta frente a la televisión, cubriendo la pantalla del campo de visión del rubio.

El que el pelinegro esté en medio, no le causa ningún tipo de dificultad a Dean, que se mueve de un lado al otro evitando a Castiel. Este rueda los ojos, harto.

Girando su cuerpo al completo, se agacha frente al televisor, presionando el botón de apagado y se gira de nuevo hacia su posición inicial.

–¡HEY!

–Sé que no te importa lo más mínimo, pero te agradecería que me escuchases. — Dean aparta la mirada, harto de la misma discusión de siempre. — Sé que no vas a hacer el mínimo esfuerzo en mejorar tu higiene, o en cuidar tus cosas, pero por favor, esta habitación no es solo tuya: haz el favor de limpiar tus botas. Y si eres tan vago como creo que eres para no lavarlas, quítatelas.

Nunca entiendes ; DeanCasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora