Nunca Salgo Del Bosque. 🐺

1.5K 97 198
                                    

Fantasía Au.
Idea por AdrielRivera3.

Entre las estanterías de cualquier biblioteca siempre puedes encontrar los clásicos cuentos de hadas, tales como La Bella Durmiente, Pinocho, o incluso La Princesa y El Sapo, pero todos esos escritos han cambiado con el tiempo, perdiendo el sentido de lo que fueron antes para convertirse en una nueva lección digna de aprenderse. Algo nuevo, algo extraño.

El alba despertaba al pequeño pero colorido pueblo de Tipiskaw situado en una región boscosa de Canadá, rociando de luz cada pequeño rincón que los rayos del sol lograran alcanzar.

Los habitantes despertaban gracias a los cánticos armoniosos de las aves, y ponían sus manos a la obra para tener un día productivo.

Todos eran felices en esa simple y rutinaria aldea, o bueno, casi todos.

-Te lo juro Lake, un día de estos voy a quemar este estúpido poblado- Confesó con exasperación aquel de la caperuza roja.

Ambos iban de un lado a otro haciendo de repartidores, no era un trabajo muy emocionante considerando que el par ya se sabía las calles y rincones del pueblo de memoria pero era lo que daba de comer, así que debían aguantarse.

-Admito que nuestra labor puede llegar a tornarse algo tediosa, pero al menos no seguimos en el asqueroso orfanatorio de la señora Karol- Trató de ser más optimista, desde que lograron escapar de ese lugar las cosas se fueron por un mejor camino para el chico y la pelirroja.

Pero esto no agradaba del todo al de tez perlada, desde los primeros momentos de su niñez, parte de lo que le hacía querer abandonar ese edificio de desesperación infantil era el deseo de ver el mundo, conseguir aventuras y adentrarse en el peligro, al igual que las heroínas de los libros del orfanato, necesitaba salir de ahí para encontrar su propio destino, ¿Quién diría que tal destino sería llevar una carga de pinturas y pegamento a la juguetería de la doncella Ally?

-Gracias chicos, ¿Cuánto les debo?- Preguntó la de gafas mientras buscaba el dinero entre los bolsillos de su vestido azul.

-Tres chelines, por favor- Contestó la de acento marcado con una sonrisa.

Ambas jovencitas comenzaron a charlar con animosidad, esta era otra de las cosas que el menor no disfrutaba de su trabajo, socializar con los clientes, para este punto conocía todos los negocios de la aldea y a sus propietarios, como la tienda de brebajes medicinales del iluminado Kai, la pastelería de la señora Miriam, o incluso la perfumería del señor Connor. Cuando aceptó ser repartidor, imaginaba que llevaría cargas y objetos preciados al rededor del mundo, no esto.

Bajó la capucha de su capa carmín, mostrando ese extraño cabello bicolor con el que había nacido y posó su vista sobre el bosque que rodeaba Tipiskaw a la par que sacaba su navaja de bolsillo para cortar un pequeño pedazo de madera. Esta era una frondosa arboleda de pinos que los separaba del resto del mundo, idóneo para la alemana, una pesadilla para él.

De entre la maleza y el paisaje herbazal pudo percibir algo a la distancia. Una figura sombría moviéndose discreta entre los troncos, y un par de ojos que si bien eran de tonalidades oscuras, brillaban por sobre la oscuridad del bosque.

Se hizo un contacto potente entre ambas miradas hasta que de un momento a otro estas orbes luminosas se perdieron entre los árboles, dejando al joven repartidor con miedo, extrañeza y mucha curiosidad.

Días pasaban y el chico de iris aqua buscaba constante repetir dicha experiencia, siempre que salía de la choza que compartía con Lake, dirigía la vista a la muralla de pinos, deseoso por volver a sentir esa incertidumbre y misterio que hasta ahora, eran lo más emocionante que había experimentado desde que llegó a aquella provincia.

JAIDEN ONE-SHOTS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora