Capítulo 10.

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JENNIE KIM.

–Han pasado dos semanas y ni me mira —hundí la cara entre mis manos—. Sale y entra con Somi, Jisoo, y a penas y me saluda.

Jisoo suspiró, —Yo te lo dije.

—Ya, por favor, no soporto esto.

—Claro, porque sigues enamorada de ella —Somi interrumpió en el lugar.

—Ay, no te sentí llegar —y era obvio, estábamos en el Lobby—. ¿Qué escuchaste?

—Digamos que lo suficiente —Jisoo sonrió. ¿Que traman estás dos?

—Somi y yo te ayudáremos, para que no digas que la pobre te está robando a Lisa —se burló Jisoo.

—Yo no he dicho eso —Somi enarcó una ceja—. Quizás una vez o bueno, dos. Pero no es el caso. Ya ella no quiere nada conmigo.

—¿Y quién te dijo eso?, si lo quiere, solo que como le dijiste de veinte mil manera que no, ella simplemente desistió, pero si lo quiere. Y yo junto a esta mujer —señaló a Jisoo—. Iniciáremos el plan: reconciliación.

Las miré con ojos de cordero, —¿Y creen que sí me dé la oportunidad?

—Quien sabe, hay que intentarlo. ¿No quieres a Lisa de vuelta?

—Es lo que más deseo, Somi.

—Pues perfecto. Que empiece el plan.

—¿Y cual es ese plan?

—Que no hay plan. Ustedes dos harán que funcione, solamente ustedes dos.

****

—Lalisa —la detuve justo cuando ella estaba a punto de entrar a su departamento.

—Oh, Jennie —aquella se tomó por sorpresa mi llamado—. ¿Ocurre algo?

—Sí, es que quería saber como estás —sonríe con amabilidad.

—Bien, bien, ¿y tú? —preguntó con despreocupación.

—Super bien —respondí, cuando eso no era cierto. No era ni la mitad de cierto, no estaba bien.

—¿Segura?

—No —por fin dije—. No estoy bien.

—Espera, ¿pasa algo muy grave?

—Sí —apreté los labios.

—Dime, ¿en que puedo ayu...? —sin más preámbulos la tomé del rostro y la besé con fuerza. Pero Lisa me separó y me sentí una idiota—. Jennie, no, tú me dejaste muy en claro las cosas ya.

—Lo sé, Lisa, pero no estaba en lo correcto.

—Claro, y ahora vienes hacia mí. Yo no quiero ser plato de segunda mesa, no quiero ser la segunda opción cuando la primera está incorrecta —reveló.

—Es que no es así —apunté—. No es así, yo todavía te amo, Lisa. Y aunque me lo intenté negar por un tiempo, no puedo.

—Lo siento, Jennie, pero no. Sé que fui yo la que cometió el error, pero dame tiempo, por favor —entró a su departamento y me dejó a mí ahí.

Joder, y mil veces joder.

LALISA MANOBAL.

—No sé que hacer —me senté frente al par de locas—. Lo mío con Jennie siempre ha sido un desastre.

—Pero no significa que tenga que seguir siéndolo —defendió Rosé—. Quiero decir, si ya las dos admitieron lo equivocadas que estaban, ¿que más da?

—Que no, no podemos seguir en ese plan, se supone que se terminó —finalicé—. Ya.

—Joder, que tercas que son las dos, me dan jaqueca —Somi suspiró—. Mira, necia perdida y media, a mí me vas a hacer caso. Toca la puerta de la otra necia y confiésale que te quieres ir con ella hasta el fin del mundo.

—Pues salió mal y punto —chilló Rosé—. Pero joder, por lo menos se quedaron con el intento.

—Es que tengo que durar más haciéndome la difícil, joder, soy mas fácil que la tabla del cero si la acepto ahora.

—Si como quiera te vas a ver fácil, deja que vaya. Estas dos van a tumbar las paredes, desahógate, Lalisa. Follen y ámense toda la jodida noche —expresó Rosé—. Ya mañana hablan y toda esa mierda. Hoy cómanse el coño.

—¡Ya, ya! —la detuve—. Joder, que mal hablada. Entonces, ¿voy?

—No, Lalisa —bufó Somi—. ¡Claro, vete mensa, ve!

—Sí, voy —corrí hasta la puerta pero me giré—. ¿Me veo bien?

—Perfecta —dijeron al unísono.

Sonreí, —Jennie, ahí te voy.

—Esa chica me llena de orgullo —dijo Rosé.

Cuando llegué a la puerta de Jennie, miré mi puño antes de tocar, pero antes de que eso ocurriera, Jennie abrió la puerta. Me tomé el tiempo de mirarla y analizar la corta pijama que traía puesta. Inflé mis mejillas.

—Jennie...

—Lisa...

Hablamos al unísono.

—Perdón, empieza tú —le permití.

—No, mejor tú —insistió.

—Mejor tú, Jennie.

—Bien, entonces yo —asentí—. Ya sé que no quieres nada conmigo, y que lo nuestro es una equivocación, pero...

—¿Sabes que?, cállate —la tomé de la cintura y choqué contra mi cuerpo, la besé con vehemencia e hice que se olvidara de sus propias palabras, me fundí en aquel espectacular beso. Retrocedimos sin separarnos y de una patada cerré la puerta—. Te quiero, Jennie, te quiero ahora y siempre.

Una sonrisa se dibujó en sus perfectos labios, —No me dejes ir nunca, Lisa.

—No, nunca —chocamos de una pared y en nuestra desesperación, ya yo me había deshecho de casi toda mi ropa. Nuestro beso era fogoso y perdido, en un embargue de esos momentos que tanto desaprovechamos. Nos deseábamos pero sin duda alguna, nos amábamos.

—Soy tuya y tú eres mía.

—Ajá. Ahora... ahora cállate —ordené.

—Dame la mejor noche de nuestras vida. Hazme el amor como nunca —demandó contra mis labios.

—Que se jodan los vecinos hoy, que se salgan de sus departamentos. Te amo, Jennie.

—Te amo, Lisa. Ahora y siempre.

Sí, los corazones medio rotos aman y con la misma fuerza o mas que al inicio.

*****

—Me hiciste tanta falta —seguí besando su espalda desnuda, mientras Jennie se relajaba—. Cada parte de tu cuerpo siempre me perteneció. Al igual que la mía a ti.

—Hagámoslo bien, Lisa, siempre hagámoslo bien —pidió, levantando la cabeza, llegué a su altura y deje un casto beso en sus labios.

—Te prometo que serán más los actos que las palabras, ya nada será como antes, sino mejor —hice a un lado su cabello—. Este es nuestro final feliz.

—Siempre.

—Sí, siempre, Nini.

Corazones Medio Rotos. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora