Capítulo 11.

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JENNIE KIM.

TRES MESES DESPUÉS.

—Nini, ¿estás segura de que esos mareos y vomitos son normales?, o sea, hay que ir a chequearte y...

—Es normal, Lalisa —dije, restándole importancia.

Me coloqué de pie y fui directamente a lavarme los dientes, mientras Lisa me miraba desde atrás, con los brazos cruzados. Ella sentía desagrado por eso, y es que últimamente me he estado sintiendo algo mal, sin motivo algunos... y no, no estoy embarazada. En realidad, ni siquiera hemos hablado de bebés. Y a este paso, creo que nunca lo haremos.

Me giré, apoyándome del lavamanos.

—Nini...

—Te dije que no quiero ir.

—¡Y yo te dije que vas a ir! —vociferó—. Joder, Jennie, me comentaste que todavía tenías que ir a citas frecuentes por lo de tu operación, no me jodas con que estás sana.

La fulminé con la mirada, —Pensé que las peleas se habían acabado, pero contigo siempre es la misma mierda, Lalisa —increpé—. Joder, estoy bien, estoy sana, ¿qué no me ves?

—¡Basta de creerte Dios!

—Te recuerdo que eso te creías tú, no yo —ataqué.

Aquella retrocedió un paso, —Creí que al estar yendo a la terapia de pareja, esto se resolvería, creí que no tendríamos que pelear y sacar en cara el pasado; pero no maduras, Jennie Kim.

—Jódete —salí del baño hacia la habitación, y me senté en la cama, todavía algo mareada.

Lisa me siguió, —¡No dejes las conversaciones a medias!

—Déjame en paz —resoplé.

Lo cierto es que tenía miedo.

Tenía miedo de volver atrás, de que esos sintomas se repitieran; de perderme de todo. De dejar a Lisa sola.

Tenía mucho miedo, y es que, aunque no lo quiera admtir, ahora entiendo su precaución de antes, aunque jamás la justificaría. Siento vértigo.

De esas caídas libres que no sabes a donde huir; y ese era mi mayor temor. Abandonar a Lisa.

Dejarla sufriendo, y es que no sé con exactitud lo que tengo.

—Joder —mascullé. Enterré mi cara entre mis manos.

Sentí los pasos de Lisa. Elevé la cabeza y ahí estaba ella, de rodillas, posando sus manos sobre las mías.

Dejó un beso en mis nudillos, y suspiró.

Lisa ha cambiado tanto, creo que en un inicio no lo vi. Pero ahora, conviviendo con ella, siento paz. Como si la Lisa del pasado no hubiese existido jamás.

Era otra, una muy diferente y mejorada, donde me acostaba en sus pechos en la noche, donde me abrazaba con ella, donde hacía el amor y me sentía protegida.

Teníamos nuestros apartamentos, pero de vez en cuando ella se quedaba conmigo o yo con ella, y todo iba bien, eso hasta que se dio cuenta de lo mucho que vomitaba. De que estaba adelgazando más de lo normal y que no quería comer... otra vez.

—Jennie... sé que tienes miedo —suspiró y me miró a los ojos—. Te amo. Y te acompañaré siempre, vamos al médico, por favor. Te lo ruego.

Fruncí los labios y los ojos se me cristalizaron al ver como me comprendía, como estaba a mi lado, y no es que me conforme con eso, pero joder, amaba tanto cuando se ponía en esa faseta.

Corazones Medio Rotos. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora