Capítulo 4.

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LALISA MANOBAL.

Había pasado todo un mes, y no volví a ver señales de Jennie por su departamento, no diría que de vez en cuando salía a una hora en específico, ya sea a comprar comida o cualquier cosa sólo para encontrarme con ella; pero en ningún momento ocurrió.

Las veces que pude llegar a verla, me tenía que quedar hasta más tarde en la academia, para después pasar por la empresa y hablar algunas cosas con Jin, pero nada más. Becca se había quedado más tiempo, pero en pocos días tenía que regresar a casa, y por alguna razón, en la academia siempre evadía los grupos.

Le gustaba la soledad, y por más que yo quería integrarla, aquella simplemente se dedicaba a aprenderse los bailes, pero sin duda, tenía mucho talento y ya era una de las mejores. Desde aquella noche, no quiso volver a entablar una conversación conmigo.

Incluso, evadía mi mirada y mis preguntas hacia ella de como estaba o como se sentía. Más sin embargo, eso solo provocó intriga en mi interior, ya que moría por saber que pasaba con aquella niña callada. Desde el momento que sus padres fueron mencionados, no me volvió a mirar de la misma manera.

Parecía ser un tema muy sensible para ella. Y lo demostraba elevando muros para que nadie notara lo mucho que le afectaba aquello.

Somi trabajaba mucho, con lo cual, Becca se quedaba la mayor parte del tiempo sola en aquel departamento, pero no me atrevía a tocarle la puerta y que me la echara en cara. Y entonces entendí que no todo estaba yendo como yo quería, ni funcionando a mi manera. Por más que deseara encontrarme a Jennie, que Becca dejara ese miedo irracional por mí y que mi vida fuese menos mierda; aquello no ocurriría.

Suspiré, dejándome caer en el mueble de mi sala, como era costumbre, me sentaba ahí horas muertas. Pero ahora la diferencia era que tenía que hacer algunos trabajos para la empresa. Lo cual ocuparía mi mente, y me distraería de pensar en cosas externas que al final, me afectan.

Justo cuando me acomodé para iniciar, unos ruidos externos se escucharon de la parte externa de mi departamento. Arrugué el ceño y me puse de pie, avancé hasta la puerta y me pegué a esta. Para poder escuchar mejor.

Era la voz de Somi, pero había otra voz. Una masculina y algo áspera.

—¡Lárgate de mi vida, me haces daño, Manuel! exclamó aquella.

No quiero alejarme, sabes que sin mí esto es absurdo, Somi. Mira, tu sobrina tiene miedo. Mírame, soy el hombre perfecto para ti expuso aquel, con un obvio toque de burla en su tono de voz.

No eres perfecto. Me lastimas respondió con la voz temblorosa.

No me hagas usar la fuerza, Somi. Déjame entrar otra vez bramó.

No harás nada.

Estás buscando que te pe...

Y ni siquiera permití que terminará la oración. Salí, abriendo de golpe aquella puerta para que sintiera mi presencia. El tipejo no tardó en mirar a mi dirección, y vaya hombre que era. Su altura era mínima, pero su contextura fuerte y trabajada, cabello negro y ojos claros. El tipico matón abusivo. Miré a Somi la cual tenía lágrimas en los ojos y luego al tipo ese.

—¿Pasa algo, Somi? —inquirí, aunque era más que obvio que sí.

Si algo no soportaba era eso, era sentir que una mujer estaba siendo intimidada. Porqué lo viví, porque una vez me hicieron sentir inferior.

Me hicieron sentir que no podía, que no valían mis esfuerzos. Y este tipo lo estaba haciendo con Somi, y ahí recordé las palabras de Becca. Esta le tenía miedo al personaje que tenía frente a mí. Y no sólo eso, sino que estaba notando la violencia y la manipulación que ejercía aquel sobre su tía. Y estoy casi segura de que no es sólo aquí.

Corazones Medio Rotos. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora