Decidí volver a casa luego de despedirme de Darcy; necesitaba darme una ducha que durara horas para poder sentirme limpia luego de aquellos inodoros de dudosa higiene. Preparé la tina, me serví algo de vino blanco, y me relajé mientras tomaba un placentero baño de burbujas.
Intenté descansar, dejando mi mente en blanco, pero lo ocurrido aquella tarde no paraba de dar vueltas en mi cabeza de una manera realmente tortuosa; dejando a un lado las bromas, sabía que Darcy tenía razón, un embarazo era algo que debía esforzarme por evitar. Tenía que hacerlo, claro que sí, un bebé no estaba en mis planes en lo absoluto, con Leo me era más que suficiente. De eso estaba segura, solo, no podía dejar de preguntarme lo que pensaría Elías de toda aquella situación, y cuál sería su reacción al enterarse.
A pesar de ser jodidamente caliente y bueno en el sexo, él continuaba siendo un hombre un tanto tradicional y chapado a la antigua, así que nada me aseguraba que no tuviese planes de formar una familia más adelante, y de ser así, la verdad no sabría lo que haría, porque un hijo era algo que no estaba dispuesta a darle.
No podía... ¡no quería!
El sonido de mi celular en un mensaje entrante me hizo salir de mi ensimismamiento y, un tanto perezosa me estiré para tomarlo, observando la pantalla para saber de quien se trataba, al mismo tiempo en que bebía un poco de vino. Al ver lo que figuraba en aquel mensaje y de quien era, escupí el vino fuera de la bañera, al mismo tiempo en que hacía un esfuerzo abismal para no dejar caer mi teléfono en el agua.
No pude contener la emoción y chillé, mientras me apresuraba a salir de la tina para ir a vestirme. El viaje de Elías se había acortado un día, y estaban por aterrizar en menos de una hora. ¡Finalmente lo tendría de regreso!
—¡Hugo, vamos de salida!
Minutos más tarde, avanzaba a pasos apresurados por los pasillos del aeropuerto, casi corría abriéndome paso entre las personas que deambulaban por el lugar, mientras escuchaba la voz de Hugo pidiéndome ir más despacio, ya que por poco me perdía de vista.
Pero no podía, ni quería, ir más despacio. Estaba ansiosa por llegar a la zona de abordaje, y en el momento en que divisé a quien esperaba con tantas ansias, no hubo manera de que pudiera detenerme y evitar comenzar a correr hacia él, deseosa de encontrarme pronto entre sus brazos.
—¡Chére! —exclamó con emoción una vez que me vio yendo en su dirección y no dudó en extender los brazos para recibirme.
Salté hacia él, enroscando las piernas en su cintura y envolviéndole el cuello con mis brazos, haciendo que tuviese que pararse firme para no perder el equilibrio por el repentino asalto, y entonces, me sujetó con firmeza de la cintura para sostenerme.
—¡Te eché mucho de menos! —expresé con emoción, antes de adueñarme de su boca, loca por probar sus embriagantes labios.
Estaba actuando como una cursi adolescente enamorada, lo sabía, pero poco me importaba que estuviésemos a mitad de un transcurrido pasillo y que todos nos estuviesen viendo con curiosidad y algunos con desdén. Realmente había extrañado a ese hombre.
—Solo fueron tres putos días, ¡por todos los cielos, exageran! —gruñó Maura, pasándonos de lado. —. Definitivamente estoy cansada de ambos. Me iré por mi propia cuenta...
—Maura —Elías la interrumpió, y ella se detuvo, rodando los ojos mientras se giraba para verlo con una expresión de pocos amigos.
¿Era yo o se encontraba más molesta e irritada de lo común?
Esperé a que Elías le dijera lo que fuese que tenía que decirle para tener una mínima idea de lo que ocurría entre ambos, pero lo único que hizo fue dedicarle una mirada que no pude descifrar, y como si se estuviesen comunicando telepáticamente, ella asintió de mala gana y continuó su camino.
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Rebeca Odell
Romance"Un matrimonio por conveniencia no es el fin del mundo" Rebeca Stain jamás imaginó que el frío y calcular Sloan tendría tanta razón, mucho menos, que la abusiva decisión de su padre la llevaría a conocer al hombre más interesante, caballeroso, atent...