Capítulo 10

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Las palabras de Maura no dejaban de dar vueltas en mi cabeza, lo hacían todo el tiempo, en cualquier momento; al despertar me quedaba quieta unos minutos, solo pensando, mientras me duchaba, al vestirme, durante el trabajo, en la cena, e incluso cuando teníamos sexo... joder, había sido mucha información para procesar.

La historia entre Vitoria y Elías me parecía realmente compleja, y el hecho de que no la despreciara al igual que Maura, me hacía creer que había mucho más aparte de lo que la sobreprotectora hermana menor me había contado, es decir, si tan malo hubiese sido todo era claro que no querría volver a verla.

Más, sin embargo, no dudó en ir a su encuentro cuando ella se lo pidió durante el viaje, ni se molestó lo suficiente como para echarla cuando irrumpió en nuestra cena.

Carajo...

Nunca en mi vida fui una mujer celosa y mucho menos insegura, pero luego de enterarme sobre lo que pasó entre ellos, cada ocasión en que Elías no estaba conmigo o llegaba retrasado del trabajo, no dejaba de pensar que en realidad se encontraba con ella, y eso me hacía enfurecer, porque no me gustaba la manera en que me hacía sentir.

—Chére —parpadeé un par de veces para concentrarme, antes de alzar la mirada de la revista que tenía en mis manos, hacia Elías, quien ingresaba en la habitación, aflojando su corbata. —. Creí que saldrías con tus amigas esta noche. —dijo, avanzando hasta mí para dejar un tierno beso en mi frente y luego alejarse.

—Así era, pero lo reprogramamos. —mordí mi labio inferior.

Tres días habían trascurrido desde lo ocurrido; Rita aún se encontraba en la ciudad, al parecer disfrutaba de unas buenas vacaciones ya que su padre había mejorado en salud y podía apoyarla un poco en la administración. Se suponía que saldríamos de fiesta, pero en realidad no me sentía de humor, además de que aún tenía que comprar accesorio para mi nuevo club.

—Yo tendré que volver a la oficina en unas horas —comentó de pronto, mientras desabotonaba su camisa. —. Solo vine a darme una ducha y dormir un poco, antes de partir.

—¿Qué? —me sobresalté, cerrando la revista de golpe. —. P-Pero, ¿por qué?

—El programa que estoy creando, Chére, conlleva más tiempo del que pensaba.

Era entendible, pero no aceptable.

—No quiero que vayas. —aquello simplemente brotó de mis labios.

Él se detuvo a mitad de camino hacia el baño y se giró para verme con extrañez. ¡Mierda! Realmente odiaba la manera en que me estaba sintiendo... ¡Yo no era así!

—Es necesario que lo haga, ma Femme, o no estará a tiempo. —respondió, antes de adentrarse en el cuarto de baño para darse una ducha.

Inhalé hondo, pidiéndole calma a mi mente. Me encontraba en un terreno realmente desconocido, y no sabía qué hacer, o cómo actuar. Estaba por buscar mi teléfono y pedirle consejo a la celosa más compulsiva que conocía; Maura, cuando de pronto escuché el de Elías sonar en mensaje entrante sobre el buró.

Abrí los ojos de par en par y tragué saliva, mientras veía en dirección a la puerta de baño. Sabía que se tardaría un poco en salir, por lo que esa voz en mi cabeza no dejaba de presionarme para aprovechar el momento y descubrir si se trataba o no de aquella mujer.

Intenté convencerme de que sería el peor de los errores atentar contra la privacidad de Elías, algo que seguramente odiaría que pasara de encontrarme en una situación similar, pero, para aquel momento yo ya no escuchaba razones, actuaba por inercia, y antes de darme cuenta, me encontraba con su celular en la mano, deslizando el dedo en la pantalla; la falta de contraseña, junto a una hermosa imagen de nosotros en alguna de las tantas fiestas de gala a la asistimos me dio la bienvenida, y por segundos fui invadida por un profundo remordimiento.

Rebeca OdellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora