Capítulo 12

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Jadeé, dejando escapar todo el aire que ni yo sabía que tenía contenido luego de escucharle decir aquello. Realmente había aceptado, mi padre se volvería loco al enterarse, estaba en serios problemas, pero no me importaba, porque Caín, al igual que todos, mecería una segunda oportunidad. Él tendría la oportunidad que papá me había negado a mí, de eso me encargaría yo, pero ¿presentárselo formalmente a Elías?

«Carajo, no»

—Gracias, Elías —giré el rostro para besar su palma. —. Le enviaré indicaciones a Maura para que organice una reunión con Stevens y Jonhson también.

Sería menos incómodo con ellas presentes. La conversación giraría enteramente entorno al trabajo, y quizás así Caín no se comportaría como un idiota.

—Chére, Maura se pondrá de malas —me advirtió. —. Aún sigue molesta conmigo... soy una persona Non Grata para ella.

—No te preocupes —sonreí. —. Conmigo no estará de malas, porque la he convencido de salir con nosotras a un club.

Su rostro se desencajó.

—¿Qué?

—Así como lo escuchas —reí. —. Pronto será el cumpleaños de Darcy, la he invitado a celebrar con nosotras y dijo que sí. Estará enojada contigo, pero conmigo tiene una tregua, se podría decir que me odia menos que ayer.

Una sonora carcajada brotó de sus labios, mientras envolvía sus brazos alrededor de mi cintura paras atraerme hacia su cuerpo, abrazándome fuerte.

—Necesito el secreto, Chére —su semblante decayó, era claro lo mucho que le afectaba estar peleado con Maura. —. Quiero saber cómo ganármela de nuevo.

«Deshazte de Victoria, no nos agrada a ninguna de las dos»

—Estoy segura de que no te odia, solo está resentida —intenté animarlo, acariciando su espalda con ternura. —. Ya verás como pronto se le pasará y volverá a ser la misma contigo —dije, incorporándome para verlo de frente, ahuecando su rostro entre mis manos y viéndolo a los ojos. —. Ella te adora.

—Confiaré en tu palabra, Chére. —suspiró, antes de inclinarse hasta que su frente se apoyó en mi pecho, entonces inhaló profundo mi aroma mientras sus manos se deslizaban con suavidad por mis muslos, hasta colarse bajo el borde de mi bata.

—Ya que estás cansados de programar, ¿por qué no desayunas conmigo? Pedí que prepararan tocino y...

Un gemido tembloroso brotó de mis labios una vez que sus manos cálidas ahuecaron mis glúteos y me dieron un ligero empujón sobre su regazo, haciendo que mi feminidad se frotara sobre la erección que mantenía bajo la suave tela de su pantalón de buzo al mismo tiempo en que dejaba escapar un suspiro de sus labios.

Su cálido aliento se coló en la abertura de mi bata, bajando por el surco de mis senos y me estremecí.

—Me disculpas, Chére... —dijo, levantando la cabeza de mi pecho para verme a la cara, lo que me permitió notar como sus pupilas se dilataban ante los pensamientos que cursaban su mente. —. Pero estás aquí vistiéndome solamente una bata de seda, mi mente ha volado —jadeó, posando la mano en mi mejilla e inclinándose para dejar un beso casto en mis labios, antes de bajar sus besos cálidos y húmedos a mi cuello. —. Preferiría continuar con lo hacíamos antes y después ir a desayunar, si estás de acuerdo y también lo deseas.

Cielos, ¿no que estaba agotado?

Cerré los ojos y gemí, mientras hacía la cabeza a un lado para darle más acceso. Mi piel hormigueaba bajo sus besos, lengua y dientes. Joder, no iba a mentir, si tan solo el verlo excitado me calentaba más que mil soles, ¿cómo entonces podía negarme? Lo deseaba con locura.

Rebeca OdellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora