Atravesé la pared de ladrillos que separaba King's Cross del andén mágico para ir hasta Hogwarts. Por última vez.
O al menos por última vez yendo yo al colegio.
Había aguantado muy bien las lágrimas, tras despedirme de todo lo que me había acompañado durante unos largos siete años.
Me había despedido de las travesuras, de hacer volar inodoros, de correr por el castillo de Filch y su gata. De escaparme de madrugada para bromear con Fred y George. De escaparme de madrugada para hablar con Cedric. De escaparme de madrugada para besarme con George.
Me había despedido de aquellos pasillos donde reí sin parar, donde me enojé, donde abracé, donde besé, donde lloré.
Me despedí de los libros, de sus historias, de las mías.
Me despedí de los terrenos. De esas veces que me senté en el césped a contemplar las nubes. De las veces que contemplé las estrellas. De las veces que arranqué la hierba mientras no sabía qué otra cosa hacer.
Me despedí de las veces que algún árbol me proporcionó su sombra para leer por la tarde. De las veces que algún árbol me proporcionó su escondite para estar horas junto a George allí.
Me despedí de un lugar, pero uno al que pude llamar hogar. Y a pesar de que el cambio era grande, lo estaba asimilando con felicidad.
Había aguantado las lágrimas.
Hasta que vi tanta gente alegre en el andén. Fred, George, Harry, Ron, Moody, Molly, Tonks... eran varios.
Pero cuando mis ojos se encontraron con los pálidos ojos color miel de Remus, el corazón se me achicó y las piernas me fallaron. Me temblaron, y no pude moverme.
Tan sólo recaí en sus brazos que me rodearon y fundí mi cara en su pecho, mientras los dos nos dábamos un largo y necesario abrazo.
— Está pasando de nuevo —susurré como pude.
— Pero yo sigo aquí Isa. Estoy contigo —dijo con la voz quebrada— y te prometí que no te dejaría sola.
— Él también lo prometió Rem.
— Sirius no hubiese querido vernos así —dijo, separándose de mí. Ambos nos miramos. Me limpié las lágrimas de la cara, no quería que los demás me viesen así, además de que mi padrino tenía razón. A mi tío le hubiese gustado vernos reunidos recordando anécdotas sobre él, riendo junto a él.
Asentí con la cabeza y luego, viendo que sus ojos estaban lagrimosos, Remus se giró un poco, dándole paso a Tonks entre nosotros dos. Quien no dudó en darme un fuerte abrazo y decirme que yo había crecido medio centímetro.
Me reí, aunque con una última lágrima cayendo por mi mejilla.
Estaba a punto de ir a saludar a Fred y a George, cuando noté que Nymphadora le había dado la mano a Remus. Los miré extrañada aunque ellos ya dirigían sus ojos hacia Harry, que charlaba junto a Alastor Moody.
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Una Black de ojos violetas ➳ (George Weasley)
FanfictionEl día que Isadora Joanne Black vino al mundo, no sabía con lo que se iba a encontrar. No sabía que la magia corría por sus venas, ni que sus aventuras serían las más alocadas. No sabía que conocería gente maravillosa en el camino, ni sabía que perd...