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bueno, de nuevo lo había subestimado. jaemin vistiendo única y exclusivamente el suspensor era, de lejos, lo más jodidamente fogoso que había visto jamás. la simple vista del joven ante él incendió su cuerpo por completo, arrasando casi al completo con la poca cordura que le quedaba.

sin pensar en lo que hacía, el mayor alargó un brazo y colocó la tira de la prenda que se había enrollado en la cadera ajena, oyendo un respingo ante el inesperado contacto. se apartó de inmediato murmurando una maltrecha disculpa.

―puedes tocar todo lo que quieras, ricitos ―la voz de jaemin desprendía una sensualidad que mareó al aludido. ―no muerdo ―añadió atrapando su labio inferior entre sus dientes, escondiendo una sonrisa, al ver lo que provocaba en él.

la mano del ojimiel parecía tener vida propia, pues se dirigió hacia el suspensor y lo acomodó a su gusto, pasando la yema de sus dedos por el contorno superior y luego recorriendo un camino descendente por el centro. jaemin no pudo reprimir el gemido que salió de su boca al percibir la caricia sobre su muy sensible miembro, unos ojos oscurecidos alzándose rápidamente al escucharle y encontrándose con su mueca de puro placer.

el castaño no se contuvo más y se abalanzó sobre él, atrapando su boca en un demasiado anhelado beso para ambos. donghyuck gruñó contra él, llevando una mano a su nuca para no dejarle separarse del maravilloso contacto. los dedos del menor no tardaron en descender hasta el botón del pantalón ajeno, desabrochándolo de manera experta y empujándolo hacia abajo en sus piernas.

se separaron para recuperar el aliento, respirando agitadamente contra el rostro del otro. el mayor sacó una foto del rostro sonrojado ante él, adorando el brillo en sus labios ocasionado por su propia saliva y cómo estos estaban entreabiertos mientras dejaban escapar su respiración irregular.

―precioso ―ronroneó, pasando su pulgar sobre la boca de jaemin, sintiendo la suavidad bajo su tacto.

lo que no se esperaba para nada, era que el menor separara más sus labios hasta que el dedo se adentró en su cavidad y lo succionó suavemente, sacándole un gruñido de placer. con la punta de su lengua, jaemin rodeó la yema y resiguió toda la longitud, dejando también ligeros mordiscos y chupando como si su vida dependiera de ello. donghyuck tomó una foto de esos sensuales labios rodeando su dedo, sabiendo que soñaría con ese momento por el resto de su vida.

―precioso y malditamente caliente ―alabó el fotógrafo instantes antes de volver a sellar sus bocas en un apasionado beso. ―déjame verte bien ―añadió alejándose y dándole la vuelta, queriendo admirar lo bien que se veían las nalgas del menor con el suspensor enmarcándolas.

sintiéndose extremadamente deseado y excitado, el ojicastaño se colocó sobre sus manos y rodillas, meciendo su trasero en dirección al ojimiel, tentándole. jadeó cuando unas codos grandes abarcaron sus nalgas y las amasaron y masajearon con deleite, recibiendo después un beso delicado en cada una de ellas.

los dedos del fotógrafo resiguieron el contorno de la prenda y, posteriormente, de sus mejillas, completamente embelesado por la suavidad de su piel y la calidez que emanaba de su cuerpo. su miembro pulsaba impaciente en su ropa interior, pero lo ignoró, queriendo apreciar como se merecía semejante obra maestra.

una vez sus manos hubieron saciado su anhelo por acariciar incesantemente sus nalgas, le tocó el turno a sus labios. jaemin suspiraba y gimoteaba de placer ante las increíbles sensaciones que el rizado le proporcionaba, su respiración entrecortándose cuando los dedos avanzaron por su espalda y pecho hasta sus pezones.

―oh, hyuck ―sollozó en el momento exacto en el que los labios ajenos se movieron de sus glúteos hasta su ranura, apartando la tira del suspensor para abrirse paso hacia su entrada.

they love meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora