014: epílogo

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―cumpleaños feliz, cumpleaños feliz... ―la canción entonada por tres roncas voces que conocía a la perfección fue lo que despertó a jaemin aquella mañana.

separó sus pestañas lo justo para poder observar como los hermanos lee se adentraban en su habitación, los dos primeros con las manos en su espalda y el último, jeno, cargando una enorme tarta de tres chocolates con base de oreo picada, su favorita. el sueño que tenía se evaporó al instante y, con una enorme sonrisa plasmada en su rostro, se acercó a los pies de su cama.

el rizado dejó el pastel sobre una mesita auxiliar que había cerca del mueble y se lo acercó para que pudiera soplar las velas que seguían iluminando la superficie. el ojicastaño cerró los ojos y se concentró, pensando en un deseo por pedir. lo cierto era que ya lo tenía todo, así que simplemente pidió poder seguir haciendo felices a los tres chicos que tenía enfrente durante mucho tiempo más.

―feliz cumpleaños, querubín ―habló mark, inclinándose hacia delante y rozando sus labios con los del menor en un contacto casi efímero.

―feliz cumpleaños, ojazos ―secundó donghyuck, imitando la acción de su hermano y besando al cumpleañero durante un par de segundos.

―¡cielos! ¿eso es una arruga? ―exageró el tercero, señalando en la comisura de sus ojos y ganándose un manotazo por parte del menor y suaves risitas provenientes de sus idénticos.

―idiota ―espetó jaemin arrugando la tela de la camisa del joven y tirando de ella para poder acercarlo a su boca.

el castaño gruñó cuando el otro le mordisqueó el labio inferior con picardía. se acomodó de nuevo sobre sus rodillas en la cama y los observó, arqueando una ceja al verles parados frente a él, todavía con las manos en la espalda y sonriendo como si estuvieran tramando algo. los conocía demasiado bien como para no saber que le estaban ocultando algo.

―¿qué tienes ahí? ―preguntó con curiosidad y estirando un poco su cuello para tratar de ver por encima de sus hombros, como si eso hubiera solucionado nada.

―tu regalo de cumpleaños ―aclaró el fotógrafo, sonriendo ampliamente pero sin hacer el ademán de mostrárselo.

―queríamos hacer algo especial ―prosiguió el mediano, haciendo que el ojicastaño girara la cabeza hacia él ―algo que amaras con todo tu ser.

―así que nos planteamos: ¿qué es lo que más le gusta a jaemin? ―habló en esa ocasión el mayor, parecía que lo hubieran ensayado. ―todos coincidimos en la respuesta a eso.

y con una sincronización casi espeluznante, los tres mostraron lo que tapan con sus cuerpos. se trataban de tres paletas con forma de pene, de distinto sabor y con un adorno diferente en cada una de ellas. de la de mark parecía que colgaba un fonendoscopio, la de jeno sostenía una coctelera y la de donghyuck cargaba con una cámara de fotos, todas ellas representativas de la persona que se la tendía.

jaemin no sabía si morir de vergüenza o echarse a reír hasta que su estómago doliera ante el significado de su gesto. en su defecto, hizo ambas cosas. soltó varias sonoras carcajadas a la vez que se cubría el rostro sonrojado con ambas manos, negando con la cabeza por lo inverosímil de la situación.

tardó varios segundos en poder levantar la mirada y conectarla con los tres pares de ojos que lo observaban burlonamente, midiendo su reacción. sus mejillas dolían de tanto sonreír y ver esos hoyuelos marcados en las facciones de sus hermanos hizo que su pecho se calentara agradablemente.

―gracias, chicos, han dado en el clavo ―respondió al fin, aliviando al trío quien había contenido el aliento. ―¿son comestibles? ―añadió, haciéndose con los dulces y llevándoselos hacia la nariz para olfatearlos.

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