010

962 54 0
                                    

tras mandarle la imagen a donghyuck, sin darse cuenta de que se había equivocado de hermano, jaemin se levantó del suelo y se dirigió al cajón donde guardaba sus juguetes. ese día se sentía algo más juguetón que de costumbre, así que sacó una venda y un buttplug de entre los demás utensilios que guardaba.

se desnudó tarareando alegremente y comenzó a prepararse para poder adentrar el objeto en su entrada. mientras introducía lentamente uno de sus dedos lubricado entre sus nalgas iba pensando la mejor posición en la que podría esperar al rizado. quería sorprenderle y dejarle sin palabras nada más entrara en su habitación, así que debía esforzarse en encontrar la postura perfecta.

tuvo que morderse el labio inferior para acallar los suaves gemidos que comenzaban a salir de su boca y, cuando se sintió completamente preparado y dilatado, se colocó el buttplug. sabía que el ojimiel no tardaría mucho en llegar, por lo que debía apresurarse. se ubicó sobre manos y rodillas en la cama, dejando su entrada encarando la puerta y se ató la venda a los ojos. ahora ya solo le quedaba esperar.

mientras tanto jeno paseaba nerviosamente por su habitación con las manos en la cabeza. llevaba cinco minutos andando arriba y abajo, si seguía así iba a formar un surco en el suelo de su dormitorio. la imagen que le había mandado el sirviente seguía impresa a fuego en su mente. por mucho que intentara borrarla, ahí seguía, enloqueciéndole cada vez más.

el recuerdo de la tarde anterior, cuando encontró al ojicastaño montándoselo con su hermano, volvió a su pensamiento. tan solo vio la escena durante unos segundos, pero desde entonces había sido incapaz de olvidar ni un solo detalle. su cuerpo desnudo cabalgando en el regazo de donghyuck, su mueca de placer y los gemidos que soltaba. dios, esos gemidos lo habían estado volviendo loco desde entonces.

a pesar de que intentó poner distancia entre ambos no pudo evitar imaginarse cómo sonarían si era él mismo el que los provocaba. y ahí estaba ahora el ojicastaño, ofreciéndosele de aquella manera, prácticamente rogándole que lo follara. la posibilidad estaba ahí, justo delante de sus narices.

estaba hecho un lío y tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que estaba parado frente a la puerta del dormitorio del castaño y su mano estaba dirigiéndose hacia la manilla para girarla y abrirla. lo primero que vieron sus ojos fueron las redondeadas nalgas del joven adornadas con un bonito buttplug.

no necesitó nada más para adentrarse en la estancia.

―has tardado más de lo que tenía planeado ―ronroneó con voz sensual el menor, inclinándose en su dirección y dejando ver la venda que seguía cubriendo sus ojos.

―deja de jugar conmigo ―pidió a duras penas el rizado, sintiéndose a punto de perder el control.

―pero si lo que quiero hacer precisamente es jugar ―respondió en el mismo tono provocativo.

esa fue la gota que colmó el vaso para jeno, quien cerró la distancia que los separaba y colocó sus manos en la desnuda y nívea piel. se deleitó con la suavidad del toque y cómo se erizaba a medida que le iba acariciando.

a jaemin le resultó extraño el contacto, casi desconocido, pero antes de que pudiera decir nada, el recién llegado habló:

―¿estás seguro que quieres jugar? ―inquirió con voz ronca, claramente excitado.

―el que se ha colado en el cuarto del sirviente has sido tú, princesita gruñona ―replicó al reconocer la voz. no era lo que esperaba, pero no pensaba desaprovechar una oportunidad como esa. ―¿has venido a por más bragas? ¿ya no huele la que te di?

―estás completamente loco ―gruñó dándole una nalgada que resonó por toda la habitación junto con el siseo del menor. ―y me has arrastrado contigo.

they love meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora